OPINIóN
Actualizado 18/04/2019
Luis Castro Berrojo

En cierta ocasión me encontré el paso bloqueado por una procesión de Semana santa. Iba a dar la vuelta y tomar la calle paralela cuando me topé con mi amigo Enrique. Parecía mosqueado.

  • ? Es inútil que vayas, me dice, vengo de ahí y también está cortada. Y después de este paso vienen otros. Todo el centro está copado. Vamos a tomar un trago aquí en el Apolonia mientras tanto.

Con unos vasos por delante me dice:

  • ? Vaya paripé. Mira, Luis: que existe Dios, no te digo ni que sí ni que no; que existe otra vida, no te digo ni que sí ni que no. Pero que todos los curas son unos? (corto el discurso. Enrique es un viejo cenetista y ya saben ustedes qué opinión tiene esa gente del clero). Yo traté de disuadirle:
  • ? Los curas que yo conozco son gente razonable y no viven con lujo, ni mucho menos?
  • ? No te equivoques, Luis, los cristianos sólo viven pobres si no tienen más remedio. La Biblia admite la riqueza como un don de Dios, lo mismo que la pobreza. En el evangelio de Juan (Enrique es un hombre leído) se dice que "pobres siempre tendréis entre vosotros". Luego todo se soluciona con dar alguna limosna y así vas al cielo. ¿No te sabes el chiste de los del Opus que se le cuelan en el cielo a San Pedro?, ¿no has leído el libro ese sobre el espíritu cristiano y la ética del capitalismo?

Me contó el chiste. Bastante malo. Le repliqué:

  • ? Es el espíritu del capitalismo y la ética del protestantismo, no del cristianismo. O al revés. Pero te equivocas. Si hay algo que repiten los evangelios es el mensaje de la pobreza y de la despreocupación por las cosas terrenales. Las bienaventuranzas, la parábola del rico y el pobre Lázaro, el consejo de vender todo y repartirlo, el elefante y la aguja? Se trata de acumular riquezas, sí, pero espirituales, en el cielo?
  • ? El de la parábola no es un elefante, es un camello. Pero el que se equivoca eres tú. El capitalismo no tiene espíritu, ni ética, solo mucha gente a sueldo. Entre ellos, escritores y académicos encargados de justificarlo. Y en eso, como en tantas cosas, el mensaje de la iglesia es ambiguo. Tienes una opinión y la contraria. O una postura intermedia, como la que le dijo a Jordi Évole el papa Francisco, que para eso es jesuita. "Cada vez hay menos ricos con mucha plata y más pobres con muy poca plata", pero, eso sí, no es anticapitalista. Así es difícil equivocarse.
  • - ¿A qué te refieres?

? Tienes el sermón de la montaña y luego la parábola de los talentos, clara apología de la usura. El magnate condena al siervo que no ha obtenido beneficios con la pasta que le ha prestado y le dice: "¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Así al volver yo, lo habría cobrado con intereses". Y aun dice que "al que tiene se le dará y le sobrará, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará". Los pobres, que se j? Pero vamos a dejarnos de malos rollos. A mí el Jesucristo que me gusta es el que multiplica el vino, invita a cenar y tal.

Así que Enrique le dice al tabernero:

  • ? Pon otra, Fermín. Esta la pago yo. Ya lo dijo Jesucristo: "el que esté conmigo no tendrá sed".

Platicamos de este modo en "casa Apolonia", dando lugar a que pasaran mientras tanto las procesiones.

Mañana más (procesiones).

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