OPINIóN
Actualizado 17/04/2019
José Amador Martín

Pablo de la Peña, fotógrafo y buscador de espacios en los que en soledad su mirada y su percepción se hacen reflexión interior, vida que vive, sentimiento de veneración hacia los recuerdos y reflexión evocadora en un tiempo de tomillos, emotivo homenaje

FOTOS: PABLO DE LA PEÑA

Desde hace tiempo el muro de la cafetería del Casino de Salamanca, en Palacio de Figueroa, allí mismo, en la Plaza de la Libertad, es ventana abierta a la creación fotográfica. Alberto y Tomé son alma de este proyecto significativo e importante para la expresión artística de los fotógrafos de Salamanca.

En esta ocasión nos acerca la obra de Pablo de la Peña, fotógrafo y buscador de espacios en los que en soledad su mirada y su percepción se hacen reflexión interior, vida que vive, sentimiento de veneración hacia los recuerdos y reflexión evocadora en un tiempo de tomillos, emotivo homenaje a aquellas personas en las que la sabiduría popular trasciende más allá de nosotros mismos.

Para todos los fotógrafos, Fotografiar es indagar en todo lo que abarca nuestro ser, no sólo nuestra parte racional (la mirada) sino también la sensibilidad y la percepción más sutiles. Una incitación a la reflexión a partir del mundo sensible: tanto de los fenómenos de la naturaleza como de las creaciones del hombre. La mirada-reflexión parte pues lo que tenemos más a mano, de lo tangible, perceptible con nuestros sentidos. Una reflexión, ésta, que pide tener la mente y los sentidos bien despiertos, atentos y abiertos. Como si ambos ?mente y sentidos? tuvieran algo así como unos sensores capaces de captar la Realidad en su absoluta profundidad, captar aquello que la Realidad está diciendo a cada instante. Para ello hay que saber callar la mente y escuchar el lenguaje silencioso de la Realidad y sentir su temporalidad, la Realidad surge y desaparece en una sucesión de instantes. Hay que afinar nuestros sentidos y silenciar nuestra mente para poseer esos instantes y reflejarlo

Pablo de la Peña, entiende muy bien este proceso de indagación, en el que hay que aprender a mirar la realidad como símbolo de una realidad menos evidente a primera vista, como un símbolo que libera de los conceptos y permite captar lo más inefable y misterioso. Como un símbolo que apunte a lo que no se puede describir con palabras. Esta reflexión sobre las cosas como símbolo de una realidad absoluta lleva en cada foto a la comprensión, y a la interpretación de la Realidad.

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A medida que crecemos nuestras emociones se van haciendo más complejas: alegría, pena, triunfo, fracaso, soledad, plenitud, belleza, melancolía? de todo esto está hecha la vida y todo sigue, casi siempre, siendo un misterio.

Fotografiar significa observar, analizar el comportamiento de las personas, la función de los objetos, la función visible e invisible de la naturaleza y la relación que existe entre todo. Fotografiar significa apropiarte de un segmento minúsculo de la realidad pero dotada de todo sentido: A veces, una fotografía explica la vida.

La obra de Pablo de la Peña tiene un proceso de orden técnico, intelectual, vivencial, emocional, experimental?, que el creador introduce en su obra. Para que una obra emocione, tiene que estar cargada de vida, de emoción, de experiencias. El creador introduce todo eso que el espectador no tiene por qué haberlo vivido, aunque al final toda obra concluya en él, que tendrá que apropiársela según le convenga, descubriéndola según su propia predisposición, conocimiento, o estado de ánimo.

Yo pienso que la fotografía, como la poesía, si es sincera y auténtica es comunicación y quien la disfrute la irá asumiendo, en principio, de una manera emocional, pero con el tiempo ira entendiendo las claves del autor y participando de ese mundo creativo que al final les enriquece a ambos.
Alguien dijo que cuando contemplas la obra de un gran artista, (fotografía, poesía música?.) te deja tan tocado que ya nunca más serás el mismo. El ver una fotografía el leer una buena poesía, escuchar un concierto?te marca positivamente para siempre.

La obra de Pablo, toca el alma y marca porque es la obra de un gran artista.

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La exposición, de visita obligada, para los amantes del arte, se expone hasta el 21 de abril.

Mi enhorabuena a Pablo de la Peña y enhorabuena y agradecimiento a Alberto y Tomé por acercarnos en este muro de la Cafetería del Casino la expresión artística de nuestros fotógrafos, mientras nos tomamos un café y participamos de una tertulia, muchas veces improvisada, pero siempre importante

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