"Sea del color que sea, que ganen los pueblos, porque esto es una cuestión de derechos, de igualdades y de libertades. España necesita a sus pueblos y no se puede permitir que estos vivan al margen. No lo merecen"
Ahora que el orgullo rural es tendencia, yo me acuerdo de la infancia de muchos que como yo, hoy tiran de memoria y se trasladan al origen. Yo lo llamo sentimiento, moda me suena a algo pasajero, intenso pero breve en el recuerdo. Cuando hace apenas unos días veía llenas de personas las calles de Madrid promovidas por diferentes asociaciones de vecinos de los territorios más despoblados y se presentaron como 'La España Vacía' clamando auxilio, yo me acordaba del legado que vamos a heredar todos los que tuvimos la suerte de nacer en esos pueblos de interior, silenciosos y tímidos, esos lugares donde su gente te llama por tu nombre, te miran de frente, conocen tus miedos y los hacen como suyos. Quien ha vivido ese lujo de forjar sus cimientos en esos rincones sabe hoy de lo que hablo.
Nuestros antecesores han sudado lo insufrible por dejarnos como herencia un patrimonio hermoso, pero vacío, y por eso duele ver que nuestros pueblos se mueren, los dejan morir. A España la han vaciado, la han desocupado. Hoy un niño que nace en un pueblo de 300 habitantes no tiene los mismos derechos que tiene un niño que nace en la ciudad, porque tenemos dos Españas aunque no lo quieran ver: la vacía y la desarrollada, la que se frena y la que avanza, la que tiene que luchar con dignidad para conservar los servicios mínimos y la que está desbordada de privilegios, la de casas vacías frente a la de calles repletas.
Y por eso me niego a aceptar que esta 'España Vacía' que sólo clamaba el pasado domingo igualdad, vertebración, equilibrio territorial y medidas contra la despoblación, se convierta en una moda llevadera o en una herramienta electoral por la proximidad del 28 de abril. Me niego. Solo en la última década, la provincia de Salamanca ha perdido 23.135 habitantes. De los 362 municipios de la provincia un total de 322 perdieron población en la última década. Los que más perdieron fueron Béjar, Ciudad Rodrigo, Peñaranda, Terradillos y Vitigudino. A mí, este último que es el mío, me duele.
El objetivo prioritario debería pasar por visibilizar el problema en España en general y en Castilla y León en particular, reconocer los errores cometidos hasta este momento, y no acordarnos sólo ahora para no volver hasta dentro de otros cuatro años. Es vital un pacto de todos los partidos políticos para que la despoblación sea un tema prioritario en la agenda. Entre las propuestas de los diferentes partidos pasa la rebaja del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en un 60% para quienes residan en poblaciones de menos de 5.000 habitantes, además de una tarifa plana para las mujeres autónomas; hay quienes apuestan por una Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico que incluye reducir cargas administrativas y fiscales para generar empleo y hay quien habla de un "autonomismo útil" para combatir la despoblación. Sea del color que sea, que ganen los pueblos, porque esto es una cuestión de derechos, de igualdades y de libertades. España necesita a sus pueblos y no se puede permitir que estos vivan al margen. No lo merecen.