OPINIóN
Actualizado 26/03/2019
Miguel Ángel Perfecto

Es evidente para la mayoría de los europeos que el proyecto de Unión Europea pasa por una profunda crisis que tiene raíces complejas derivadas tanto de las dos almas de Europa, la federalista y la librecambista como de la falta de democratización de las instituciones europeas, la propia crisis económico-social y por supuesto la difícil gobernabilidad de una Unión de 28 países muy diferentes.

Conviene señalar que desde sus orígenes, el proyecto europeísta fue mucho más que un mercado único, las pretensiones de socialdemócratas y cristianodemócratas que desde Francia, Alemania, Bélgica e Italia impulsaron el proceso eran obviar los nacionalismos, causantes de los conflictos bélicos, mediante una cooperación reforzada y al mismo tiempo consolidar un sistema democrático y social en la mayor parte de los países europeos.

Gran Bretaña ha mantenido durante siglos una posición distante de lo que desdeñosamente llamaban el Continente, de hecho, y tras la pérdida de sus territorios franceses con ocasión de la Guerra de los Cien Años, los ingleses se mantuvieron apartados de las querellas de Europa durante siglos.

El profundo sentimiento de Insularidad, su destacado conservadurismo que los mantuvieron alejados de los procesos revolucionarios de otros países, su amor a las instituciones tradicionales del Parlamento, La Corona y la Iglesia Anglicana y un cierto supremacismo respecto a Europa, derivado de sus tiempos Imperiales, han conformado un pueblo muy impermeable a aceptar costumbres o tradiciones no exclusivamente inglesas.

Todo eso se refleja en las colonias de ingleses que viven fuera de Gran Bretaña y que constituyen comunidades cerradas con sus costumbres, su gastronomía, su lengua, etc.

Gran Bretaña únicamente ha intervenido en los conflictos europeos en beneficio de sus intereses o cuando algún poder continental suponía un peligro para ellos, me refiero por ejemplo a Napoleón Bonaparte a comienzos del siglo XIX o Adolfo Hitler en el siglo XX.

El "espléndido aislamiento" como denominaban los ingleses su papel respecto a Europa empezó a quebrarse con ocasión de la pérdida del Imperio que el remedo de Comunidad que es la Commonwealth no pudo llenar.

La bipolarización del mundo entre USA y la URSS permitió que los británicos estuvieran más pendientes de asociarse con sus primos americanos que con el resto de los europeos, eso explica que cuando Gran Bretaña fue invitada a firmar el Tratado de Roma en 1957 por el que se constituían las tres Comunidades ( Mercado Común, Euratom y la CECA) rechazase el ofrecimiento y prefirió crear una Zona de Libre Comercio (EFTA) con sus aliados nórdicos(Dinamarca, Noruega)junto con Austria, Suiza y su aliado Portugal.

Sin embargo, el éxito de la Comunidad Europea frente a la EFTA fue inmediato y forzó a Gran Bretaña a solicitar su ingreso que encontró el veto francés del General De Gaulle que desconfiaba de los propósitos británicos.

La entrada de Gran Bretaña y sus socios de la EFTA no se produjo hasta 1973 después de obligar a los aspirantes a la aceptación del Derecho Comunitario como base del derecho nacional.

Aunque los beneficios obtenidos por Gran Bretaña desde su integración han sido enormes convirtiendo a la City en un poder financiero global, lo cierto es que el sentimiento de desconfianza hacia el proyecto de Unión europea ha sido constante en los diferentes Gobiernos británicos boicoteando la ampliación de la legislación social, la integración fronteriza, la política de Defensa Común, la libre circulación de personas, etc.

En este contexto, la crisis económica y social que ha agudizado las diferencias nacionales y la ruptura del eje franco-alemán en beneficio exclusivo de Alemania y sus aliados puso en bandeja la campaña del referéndum para la salida de la Unión Europea.

El resultado como es conocido ha sido el rechazo a la permanencia de Gran Bretaña dentro de la Unión y su inmediata consecuencia, la crisis de la libra esterlina y los inicios de un crisis económica en Gran Bretaña, consecuencia de la salida

Hoy tres años despues del famoso referendum de salida, popiciado por un Partido Conservador que pretendía negociar en condiciones de superioridad con la Unión Europea, creyendo que podría dividirla, el Brexit se ha convertido en un vodevil del que ningun partido británico, ni conservadores, ni Laboristas saben cómo salir. La Socidad Británica, profundamente polarizada y enfrentada no encuentra una alternativa al disparate demagógico de 2016.

El parlamento Británico, en otro tiempo, un ejemplo de democracia y cordura parece hoy una jaula de grillos que el speaker de la Cámara es incapaz de acallar, mientras, el Gobierno de la señora May vive un eterno desconcierto, despues de perder varias votaciones en el Parlamento.

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