OPINIóN
Actualizado 22/03/2019
Teresa Marcos Domínguez
El Otoño en su estación llega
y las hojas, de los árboles,
cual mariposas bellas...,
tan preciosas al caer;
con el viento... revolotean.
Caen las hojas...,
y con ellas, cae la fuerza
de la luz y del calor:
cambiando el paisaje,
su temperatura y el color.
Lleno de asombrosa belleza,
con la tonalidad de colores
en absoluta variedad...,
engalana a la arboleda
é1, con hermosura llega.
Aun cálido y hermoso,
madurando el membrillo;
y también el madroño
y..., desde el castaño,
hasta... el avellano.
Sus frutos espléndidos
de nogales y almendros:
mas el árbol termina su función
en este tiempo, Para entrar
en letargo durante el invierno.
Los árboles, aún cubiertos,
con sus preciosas copas:
de múltiples y variados colores
el ocre, amarillo el rojo,
an class="estilo_texto">anaranjado y el verde luminoso.
Terminando la vid...,
y la higuera..., la encina
sus bellotas nos presenta;
esos buenos frutos secos,
que tanto nos deleitan.
El otoño es la puerta,
que se abre al invierno,
y aun templado y bello:
él nos trae rico alimento,
madurando el fruto seco.
El árbol se despoja,
de sus frutos y hojas:
terminando el trabajo
entrando en un letargo;
quedando en el descanso.
Llega la lluvia...
y, con ella la luz es tenue,
cambiando el panorama...
y, con la templanza,
las setas salen fuera.,.
Se labra la tierra,
y se prepara para la siembra
de cereales las áridas tierras:
mas las calles, se ven llenas
de bellas hojas muertas.
Del libro 'La llave del silencio'
Teresa Marcos Domínguez
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