OPINIóN
Actualizado 21/03/2019
Antonio Costa Gómez

?Omar Jayam no creía en nada, dudaba de todo. Era la antítesis de los fanáticos que lo han resuelto todo.

?Por eso se jugó la vida varias veces, como cuenta Amin Maalouf. Hasta una vez que lo pillaron en Samarcanda porque negaba la vida eterna.

?Siempre fue un peligro estar vivo

?Siempre habla del vino y de disfrutar del amor. Pero yo creo que lo dice en un sentido profundo.

?Sí, lo mismo que Hafez. El vino es la vida mística.

?Y renegaba de la supuesta sabiduría y de los teólogos. Los sabios le parecían unos tontos

?Sobre todo porque no escuchaban la vida. Y la vida es la única sabiduría.

?El hablaba de vivencias. Y de vivencias profundas. Pillaba la eternidad a través del instante.

?Sí, no es que dudase de todo. Dudaba de todas las doctrinas. Dudaba de que ninguna doctrina captase la vida. Y eso le quitaba el trabajo a los doctrinarios.

?Él creía en el valor de cada momento. Un poco como los pintores impresionistas. Pero también como los que miran los reflejos en el agua. Y como todos los poetas. Creía que la vida solo se podía pillar así ligeramente. Creía en la grandeza de cada instante.

?Creía en lo concreto como Chopin.

?Sí, hablaba del vino y la noche.

ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR

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