Según el diccionario el fanatismo es ese sentimiento que nos lleva a defender con desmedida tenacidad y apasionamiento ideas y opiniones, sobre todo políticas y religiosas, y debería añadir que es el compendio de los sentimientos más dañinos que podemos sufrir: la envidia, la ambición, la ignorancia, los celos, el orgullo, la ceguera, la sinrazón y otros trastornos que han causado verdaderos dramas a la humanidad.
El fanatismo es el responsable de todas las guerras, el que condujo a la hoguera a muchas personas, el que traficó con seres humanos en los mercados de esclavos, el que hizo santos a los diablos y a los diablos santos, el que convirtió a las mujeres en objetos, el que pretendió salvar almas matando cuerpos, el que condenó a los pueblos al hambre, el que prohibió la cultura, el que levantó muros, el que sacrificó niños, el que enfrentó a unos hombres con otros, el que encarceló las ideas, el que torturó la inteligencia, el que castigó la libertad, el que persiguió razas recurriendo a las más aberrantes torturas para eliminarlas de la faz de la tierra y el que con dinero compró quien le ayudara a lograr su maldito fin.
Lo más terrible del fanatismo es que sigue tan arraigado en algunos sujetos que nos siguen causando los mismos estragos y algunos hasta tienen el cinismo de llamarse Maduro.