Más allá del cine, más allá de los premios, en el acto sevillano de los últimos Premios Goya 2019, resonaron, por encima de otras, las palabras del leonés Jesús Vidal, uno de los intérpretes de la película 'Campeones':
"Me vienen a la cabeza tres palabras: inclusión, diversidad, visibilidad. ¡Qué emoción! ¡Muchísimas gracias!". Todo un programa, humanizador y rehumanizador, en estos tiempos de ruidos y de furias.
Lo que venía a pedir este actor no era otra cosa que un mundo para todos (inclusión), en el que asumamos que no todos somos iguales (diversidad), que hemos de aceptar la diversidad del existir y que no hemos de esconder ni excluir ni expulsar aquello o a aquellos que, por motivos bien sabidos (racismos, inmigraciones, discapacidades?), parecen estorbar (visibilidad).
Parece toda una parábola evangélica. Parece pronunciado desde una inocencia y una pureza exentas de prejuicios y surgidas desde esa profunda raíz de nuestra especie que apunta siempre hacia lo humano, demasiado humano (como dijera Nietzsche), en el sentido más positivo y más dignificador.
Porque esos tres sustantivos ?tan escuetos, desnudos y hermosos; algunos otros se podrían añadir a ellos? no son otra cosa que un itinerario de luz al que todos debiéramos hacer más caso, por el que todos deberíamos transitar con mayor frecuencia de lo que lo hacemos.
Inclusión. Diversidad. Visibilidad. ¡Qué emoción! Sí, qué certeras palabras. Dignas de figurar en el más hermoso guión para la más extraordinaria película. Y que la viéramos todos. Y que la conociéramos todos. Como algunos se conocen al dedillo, por ejemplo, el film de 'Casablanca'.
Citábamos el evangelio. Si lo recorremos, nos daremos cuenta de que algunas de las verdades más hermosas son pronunciadas por los niños y por los labios de los inocentes, de los humildes, de aquellos no visibles para las convenciones que toda sociedad arrastra.
Qué emoción que, a estas alturas de la historia, cuando parecen amenazarnos de nuevo no sé cuántas tinieblas, de los labios de alguien surjan palabras iluminadoras, capaces de espantar fantasmas que parecen estar esperando ahí a la puerta de todos, para conducirnos a cuevas inhumanas.
Inclusión. Diversidad. Visibilidad. Sí. ¡Qué emoción!