Profesor de Derecho Penal de la Usal
Con estas palabras denunciaba, -días atrás en la sesión del debate sobre los presupuestos generales del Estado, en el Congreso-, el diputado de "Coalició Compromis" valenciano Joan Baldoví, las maniobras de la derecha española para derribar al gobierno actual, por las gruesas palabras de Alta Traición y felonía a su presidente Sánchez y las mentiras por las que convocaron la manifestación del pasado domingo, en las que se leyó un manifiesto plagado de falsedades, reconocidas por la secretaria de comunicación del PP, que llegó a decir que ese manifiesto tenía "gran parte de veracidad"; con lo que, claramente, dejaba caer que había un porcentaje de acusaciones que no eran ciertas.
Los vergonzantes episodios políticos que está protagonizando la coalición de derechas, son un síntoma claro de que algo no les está funcionando bien, de que sus encuestas electorales internas no les son tan favorables como dicen y de que se están dando cuenta que los ciudadanos no son tan ingenuos como ellos creen. Ya no vale la máxima de Gobbels de que "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad". Aunque quieran recuperar el poder a toda costa, porque las heridas de la moción de censura aún les sangran, deben respetarse las formas y el juego limpio, no estar constantemente dando patadas a las espinillas del progreso. Y los ciudadanos ya saben que históricamente el PP ha sido desleal y deshonesto, porque lo mismo imputaba a ETA y no al terrorismo islamista el atentado más grave que ha sufrido la sociedad española (el 11-M), dejando caer que algún miembro del gobierno Zapatero conocía del atentado y no hicieron nada para impedirlo, que salía a las calles acusando al gobierno socialista de pactar con ETA y traicionar a los muertos por el terrorismo cometidos por esta organización (por cierto, ETA dejó de matar con un gobierno socialista), como de acabar con la familia por la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo o la introducción del sistema de plazos en el aborto consentido.
Del PP y ahora de Vox no me extraña nada, porque siempre han actuado con esa deslealtad que les caracteriza; pero de Ciudadanos, la verdad, no me lo esperaba. Ahora, por desgracia, son lo mismo las tres formaciones. Se han quitado las caretas y sus pieles de cordero son tan transparentes que dejan ver sus actitudes cánidas y cainitas.
Y podemos aportar pruebas de que, no sólo los independentistas catalanes se han tirado al monte con el "procés", sino también el "triángulo aliado", en este caso con bandera española en mano, han rechazado los presupuestos del estado presentados por el gobierno, sólo por exclusivo interés partidista. ¿Es acaso amar a España y a los españoles rechazar unas cuentas que elevaban el peso del gasto social un 57%? ¿es trabajar por los intereses de los ciudadanos despreciar los 220 millones de euros adicionales que iban destinados a invertirlos en medidas contra la violencia de género y a favor de las mujeres víctimas de estos delitos? ¿Y despreciar los 25 millones que se incrementarían para luchar contra la pobreza infantil es tener sensibilidad hacia uno de los problemas que tienen las políticas ultra liberales? ¿No apoyar el incremento de becas para estudiantes, la bajada de las tasas universitarias, la eliminación del copago farmacéutico para la inmensa mayoría de los pensionistas o incrementar el permiso de paternidad, es trabajar por el bien común y respetar los principios de justicia y solidaridad? ¿Prefieren no bajar el IVA de las compresas y tampones del 10 al 4% como los productos de primera necesidad, avalado además por la Directiva 2006/112?
Esta derecha cavernaria se ha fusionado y cada vez se vislumbran y reivindican más en bloque intereses y políticas que vienen de Vox, del populismo y la radicalidad excluyente y xenófoba. De ahí que la ministra de justicia haya calificado la alianza como "trifálica", porque enarbolan cada día más la testosterona que las neuronas en el ejercicio de la acción política. El ejemplo pudimos verlo el pasado domingo en la plaza de Colón de Madrid. En los ciudadanos, a pesar de toda la mierda que se está vertiendo, imperará finalmente la cordura y el sentido común y lo tendrán en cuenta el próximo 28 de abril depositando su voto en las elecciones generales que han sido convocadas por el presidente del gobierno.