Estado del pedestal del que arrancaron la escultura en la plaza de Santa Eulalia. Foto de Lydia González


OPINIóN
Actualizado 05/02/2019
Luis Gutiérrez Barrio

La semana pasado se inauguraba en nuestra querida y culta Salamanca una magnífica exposición de esculturas del artista chino Xu Hongfei. La primera que de este artista se inaugura en España, después de haber sido expuesta en una treintena de capitales de diferentes países. No sé, ni me importa, cómo han sido tratadas en esas otras capitales, pues, tanto si las han tratado bien como si las han tratado mal, no merma un ápice la estupidez de la persona, o personas, que han llevado acabo el acto vandálico con una de ellas.

No habían pasado 24 horas de la feliz y festiva inauguración, cuando amparándose en la impunidad que da la nocturnidad y las calles desiertas, algún menguado mental y con ausencia total de sensibilidad, arremetió contra una de esas "gorditas", la arrancó de cuajo de su peana y la arrastró a patadas por las calles de la ciudad, dejándola abandonada y maltrecha cuando el imbécil se cansó de jugar con su improvisado juguete.

Espero que no sea este el recuerdo, que de Salamanca perdure, en el artista Xu Hongfei, así como en el amplio número de ciudadanos chinos que nos visita y en los que residen en Salamanca. Acto, que, aunque vergonzoso, no representa a nuestra ciudad. Estos descerebrados, que de vez en cuando saltan tristemente a la actualidad, no representan a nadie, tal vez ni a ellos mismos, porque a lo peor en el momento de la ejecución de la "hazaña" no eran conscientes de lo que hacían. Tal vez sus escasas neuronas estuvieran pugnando por mantenerse a flote en un charco de alcohol.

Si esto fue así, no justifica su acto. Más que una atenuante debería considerarse una agravante. El alcohol multiplica el grado de imbecilidad que ya tiene en estado "normal". Circunstancia que deberían saber y por lo tanto evitar.

He dicho que este tipo de actos vandálicos no son representativos de nuestra ciudad, pero tampoco conviene bajar la guardia. Hay que vigilar y analizar por qué ocurren este tipo de cosas. Convendría, digo yo, que cuando se localice y se detenga al, o a los autores, no sólo se les imponga la pena o multa que les pueda corresponder, sino que, como pena accesoria, se les imponga una serie de trabajos que redunden en beneficio de la sociedad, como la limpieza de calles y paredes o hacer vigilancia nocturna delante de una de esas obras, para evitar que algún "colega" suyo repita la "hazaña". Y lo que para mí es más importante, obligarles a asistir a visitas guiadas por salas de exposiciones y museos de la ciudad, para hacerles ver y entender qué es una obra de arte y el respeto que merece. A ver si de esta forma se les labra el cerebro y la sensibilidad germina en él.

¡Feliz año del Cerdo!

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