Cuando se le habla, empieza por responder con una pregunta?. ¿qué? , o bien, ¡perdón!, pidiendo que se le repita lo dicho. Esto a medida que pasan los años y sin apenas él percibirlo, lo hace cada vez con más frecuencia, hasta que cae en la cuenta. ¡Como habré podido ser tan torpe y no haberme dado cuenta antes!," EST0Y SORDO".
Pero aun así, con ese conocimiento continúa otros cuantos años, oyendo consejos de familiares y amigos. "Por qué no usas audífonos" o consejos de profesionales que aseguran que "cuando empieces a oír, ya verás cómo incluso te cambia el carácter".
Así hasta que por fin acude al audioprotesista, que le habla maravillas del grado de perfección de sus audífonos, que cuentan con variadas opciones tecnológicas que eliminan los ruidos perturbadores y que aumentan los sonidos cuya frecuencia a nuestro oído más le cuesta percibir.
Así que, convencido e ilusionado por tales maravillas que harán que cambie su vida, adquiere los, por otro lado, costosos aparatos.
Y pronto se da cuenta de que el panorama idílico que se le presentaba, no es tal. Si bien reconoce que la ayuda de los audífonos es importante, la suma de inconvenientes no son pocos. Sigue sin entender en determinados ambientes y el exceso de ruido le molesta enormemente, junto a otros inconvenientes menores.
Así que en su mente busca alternativas que minimicen su discapacidad. Piensa, siempre que tenga que reunirse, hacerlo en sitios silenciosos dónde la ausencia de ruidos perturbadores no le impidan oír. Ya no le vale cualquier bar o restaurante, su prioridad es por encima de todo el silencio.
Hasta que un día hojeando un periódico local, encuentra un reportaje, en el que se cuentan vivencias de personas, que como él, sufren problemas de audición y que forman parte de una asociación que se llama:
SADAP (Servicio de Atención a personas con Deficiencias Auditivas Postlocutivas)
En el artículo descubre una asociación de sordos postlocutivos, es decir personas que pierden la audición después de haber adquirido la facultad de expresarse verbalmente y dónde se cuentan experiencias del día a día de sus socios, que expresan las dificultades que encuentran en un mundo hecho para oyentes en plenitud y que tiene un tanto olvidada a las deficiencias de tipo auditivo. Así que corre a ver que le puede ofrecer esta Asociación que tan bien describe tanto la discapacidad que él padece, como las ayudas que puede buscar para minimizar los efectos de su discapacidad.
Y enseguida se da cuenta que era ésta la asociación que le convenía. Por su historial, por las personas que forman parte de ella y por la cantidad de servicios de los que se puede beneficiar.
Sin cuotas de afiliación, abierta a todos, hombres y mujeres, con miembros de todas las edades y con deficiencias auditivas de todo tipo que, en las reuniones periódicas, cuentan sus experiencias en relación a su discapacidad, aportando ideas sobre la manera de hacerle frente a la misma, aportando experiencias sobre el nunca agotado tema de los audífonos y dónde además se hacen propuestas y peticiones para que la Asociación mejore y crezca.
Y todo ello es fruto de un pequeño grupo inicial, formado hace ahora 17 años, que junto a una profesora de la Universidad Pontificia, Dª Carmela Velasco, al frente del mismo, inició un ambicioso proyecto que desembocó en la realidad de lo que hoy es la Asociación.
Asociación, que sin ninguna aportación dineraria de sus socios y sin subvenciones de ningún tipo, sólo con el trabajo altruista de muchas personas y el empeño de sus socios atiende las necesidades de todos sus afiliados.
Para aquellas personas que deseen conocer más de SADAP pueden entrar en la página Web http://sadap.webnode.es
Y a quienes quieran contactar con la misma pueden hacerlo en la dirección asociacionsadap@gmail.com o en el teléfono 679 084 938.