El pozo malagueño de Totalán que guarda el cuerpo del pequeño Julen, es uno más del millón de ellos que hay en España, con especial protagonismo de este por la angustiosa tragedia que todos estamos viviendo en su rescate, mientras las tuneladoras y los mineros asturianos luchan por conseguir el milagro, del que tendremos respuesta cuando estos renglones vean la luz en mi casa periodística.
Cuando todo pase, y pasará, no cabe olvido ni "borrón y cuenta nueva", sino petición social y judicial de responsabilidades a quienes horadaron ilegalmente ese pozo y a todas las empresas que han perforado los miles de ellos en busca de agua, aún por descubrir.
Cuando todo pase, hay que sentar en el banquillo a quienes han dejado esas traicioneras y mortales trampas abiertas, sin reparar en que podría caer por ellas la inocencia oquedad abajo, hasta el fondo del abismo.
Cuando todo pase, hay que cerrar, uno por uno, tales orificios del infierno para evitar que otro Julen caiga en esos cepos funerarios, que tantas lágrimas han provocado en todos nosotros, tanta rabia ha desatado en la sociedad, tanta impotencia ha generado, tanto insomnio ha provocado y tanto trabajo ha dado.
Cuando todo pase, hay que pedir cuentas a quienes han mirado para otro lado sabiendo que esas perforaciones tenían lugar, porque nadie puede creerse que haya un millón de pozos en España, sin que los responsables de vigilar tales acciones, se hayan dado por enterados.
Todo se podría haber evitado si el comportamiento de los implicados en la tragedia hubieran sido legales, comprometidos y respetuosos con las vidas ajenas, los familiares, trabajadores, vecinos y ciudadanos que hemos visto con impotencia como la vida de Julen se nos puede ir tan injustamente de las manos, cuando apenas era flor de despertaba con la misma edad que mi nieto.