Tú no has tenido suerte con los tuyos,
tu lucha idealista fue compleja,
la sangre, las venganzas, las traiciones.
Yo no he tenido suerte con los hombres,
tuve que acostumbrarme a la vergüenza,
al barro, al apellido, a las huidas.
Pero ahora somos dos supervivientes
más fuertes y más débiles que nunca.
Olvidemos las fiebres de la infancia
y luchemos unidos por lo nuestro:
recuperar el norte que perdimos.
Sólo somos dos huérfanos, hermano,
dos hijos de la ira y del invierno.