"Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable está preparando el retorno de la violencia" (Tzvetan Todorov)
ENTRE PUENTES
VIOLENCIA: ¿DONDE EMPEZO TODO? (II)
En las escuelas, son escasas las que cuentan con profesionales de la Salud que puedan prevenir, detectar, orientar a la Comunidad Educativa (docentes, padres, alumnos), no sólo acerca de estos terribles incidentes sino acerca de muchos otros, que sin ser de tal magnitud se naturalizan como pequeñas violencias cotidianas, novatadas, abusos etc. De este modo, por falta de políticas de educación y de políticas en salud escolar, el Estado está ausente.
Hay en la infancia un sentimiento de desvalimiento que da lugar a la más profunda de las angustias: se trata de la sensación de falta de-auxilio, de falta ayuda, de sentir que el otro del cual dependen los cuidados básicos no responden a la llamada, dejando al ser sometido, no solo al terror sino también a la desolación profunda de no ser oído. A tal punto es así que puede devenir un marasmo, un dejarse morir por desesperanza, por abandono de toda perspectiva de reencuentro con el objeto de auxilio.
Podemos todos en coincidir, que efectivamente , hace falta en el sistema educativo fórmulas que impliquen en seguridad y la ayuda que puedan ser de amparo y necesidad las funciones mínimas, para cuidar, escuchar, proveer, orientar, auxiliar a nuestros niños y jóvenes, implicándose padres y Estado en la cusa de los adolescentes, a los que les aguarda un gran trayecto antes de entrar en la vida adulta, de asumir responsabilidades de ciudadano y participar de alguna manera del futuro de su sociedad. Para llegar hasta la otra orilla (la de los adultos) tendrán que sufrir cierto número de pruebas, franquear obstáculos, resolver crisis originadas en su interioridad o en las presiones del medio. Según su propia sensibilidad, su fragilidad o su nueva fuerza, se encontrarán con más o menos dificultades para salvar este pasó?Con qué los espera nuestra sociedad, con qué acompañan los adultos este cenagoso tránsito.
En los años que llevamos de democracia, el abandono del Estado de sus responsabilidades educativas fue acompañado de la politización e ideología, la misma ley de educación han pasado por sucesivos "viacrucis" se ha venido cambiando según quien ocupaba la poltrona del gobierno, pasando por procesos de aprendizaje a mansalva, sin llegar nunca a un acuerdo tan fundamental para el país, para sus ciudadanos, sus jóvenes escolares y universitarios suscitando dudas en la formación y transformación de la infancia en un estadio indefinido. Profesores y sistemas quedaban al pairo cada cambio de gobierno , donde el fracaso escolar se hacía notar tras los disparates de los variados dirigentes y ministrables, con sus descabelladas ideas de preparar para la vida productiva más allá de toda socialización y al margen de toda formación: mientras las grandes superficies Mercos? Mercas? existan-, para quienes aún puedan aspirar a una vida con una inserción laboral. Limpieza de vidrios de autos en los semáforos, apertura y cierres de puertas de taxis, mendicidad organizada, para aquellos que se insertan en los nuevos modos de trabajo bajo los cuales la marginalidad encuentra una salida para el auto subsistencia... Entre la exigencia de agenda completa para los más afortunados, y la marginalidad, el pegamento y el hambre para los excluidos, me pregunto:
¿Son los jóvenes violentos o somos los adultos los que los sometemos a prácticas violentas? Porque, según entiendo, son adultos los que fabrican y venden las armas, los que declaran las guerras, los que comercializan drogas. Son adultos los que les exigen el máximo rendimiento en aras de un futuro asegurado, por supuesto de acuerdo a sus propios criterios. Son los adultos los que les enseñan a través de sus conductas a discriminar, a humillar, a corromper y en el caso de los más pobres, son los adultos los que por elección o ignorancia y resignación, según el caso, han sostenido y sostienen modelos económicos que los somete al hambre, la desnutrición, el analfabetismo, la exclusión y a la falta de futuro.
Son adultos los que a través de los medios masivos de comunicación y peleando por un punto de rating (porque la televisión es un negocio), transmiten escenas de violencia, estimulan la práctica sexual como un bien de consumo, incitan a la ingesta de alcohol, y más aún, sabiéndolos frágiles y manejables, los mantienen como mercado cautivo para el consumo de cualquier tipo, llevándolos lentamente a la banalidad y a la destrucción de un pensamiento crítico. Me pregunto nuevamente: ¿no es esta una de las más solapadas formas de violencia?
Los que trabajan con niños y adolescentes entienden que los padres y sus funciones son relevantes en la posibilidad de condicionar patologías en sus hijos, y este es un punto en el que todos podemos estar de acuerdo. Con dejación de auxilio, ayuda, falta de confianza en los adultos, que tienen a mano padres, maestros, tutores etc... Que puedan ayudarlos, escucharlos, un dispositivo grupal (sus amigos) capaz de percibir su sufrimiento y de neutralizar su estallido. En ocasiones, aún con este recurso, el intento es fallido.
Seguramente esta serie de reflexiones no aporta mayor claridad a casos tan extremos y mucho menos pretende sentar cátedra alguna, por parte de este comentarista, pero no se podrá negar que nos encontremos en un delicado momento, y que los brotes de una violencia, que nos rodea, no deja de plantearnos, que hay que adoptar soluciones cuanto antes.
Para terminar quiero narrarles una breve historia, que llamo mí atención por estos días:
Rosa y Juan eran un matrimonio con un hijo, José. Juan trabajaba todo el día para sostener a su familia. Salía muy temprano por la mañana, mucho antes que José despertara. Volvía muy tarde, hambriento y fatigado, y se encontraba con su niño ya dormido.
Esta situación preocupaba a Rosa y Juan. El niño reclamaba por su papá y el padre deseaba estar y jugar con su hijo. Pero....... no podía dejar ninguno de sus trabajos y compromisos. En una de esas charlas por fin se les ocurrió una idea. Cada noche, cuando volviera de su trabajo Juan iría como lo hacía todas las noches junto a la cama de su hijo, pero a partir de ese momento no sólo lo miraría y le daría un beso en la frente sino que haría un "nudo" en la punta de la sábana, para dar cuenta así de su presencia.
Así lo hizo; entonces cada mañana José despertaba y lo primero que hacía era tantear su sábana buscando el nudo. Para su alegría allí estaba día tras día la marca de la presencia de su padre.
Pienso: nudo, marca, amarre, anclaje, red. A veces las ideas más simples, más sencillas, los pequeños detalles, son suficientes, para sentir el aprecio, el auxilio, la ayuda y la confianza.
Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerias