Cuando hablamos hoy día de Europa solo pensamos en la crisis económica que nos azota, sin embargo, Europa sufre en la actualidad, tres tipos de crisis, una económica, cuya consecuencia es el debilitamiento del Estado De Bienestar por las políticas de austeridad impuestas por el neoliberalismo de la propia Unión Europea, y su líder, Alemania; otra, política que tiene que ver con la insuficiente democratización de la Unión Europea, con un Parlamento europeo que no tiene plenos poderes legislativos, y un Consejo Europeo donde los Estados toman las decisiones sin consultar a los ciudadanos. Y finalmente, una crisis social derivada de la crisis económica y la subsiguiente recesión que se abate sobre la mayoría de los Estados. La crisis social ha provocado un incremento brutal del paro y un considerable aumento de las desigualdades, en definitiva, vivimos en una sociedad donde los ricos son cada vez más ricos, y el número de pobres se incrementa día a día.
Esta desigualdad social, producto del "austericidio" de los Gobiernos, lleva a la separación entre Gobiernos y ciudadanos y a la desconfianza de éstos acerca de la política y los partidos políticos.
El resultado en toda Europa es la pérdida de votos de los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, y la subida palpable tanto de la abstención, como del aumento electoral de grupos y movimientos políticos populistas y de extrema derecha como en España VOX que están minando los mismos fundamentos del régimen democrático.
Urge, por consiguiente, una serie de reformas democráticas en la Unión Europea que conviertan al ciudadano en el centro de la actuación política, puesto que esto es la esencia de nuestro sistema democrático, entre ellas , la más significativa sería el aumento de compeetencias del Parlamento europeo para que defina las líneas de la política de la Unión y controle eficazmente la labor del Gobierno de la Unión, en vez de los burócratas de Bruselas. La burocratización excesiva de la Unión Europea es una de las causas del alejamineto de los ciudadanos que ven cómo las decisiones fundamentales no las toma el Parlamento elegido sino los Gobiernos Nacionales y los lobbys bruselenses.
Por supuesto, Los ciudadanos europeos tenemos que exigir a Partidos políticos y Gobiernos además un cambio radical de política económica europea sobre la base de la solidaridad entre Estados, reformas urgentes del sistema monetario que permitan al Banco Central europeo prestar dinero directamente a los Estados, reformar la moneda única y prolongar los plazos de devolución de las deudas, y, por supuesto, cambiando las políticas sociales que están destruyendo nuestro "estado del bienestar".