Jesús Málaga, exalcalde de Salamanca, en la Plaza Mayor. Fotos: Alberto Martín


CULTURA
Actualizado 07/01/2019
Isabel Rodríguez

"La capacidad humana de los salmantinos logrando superar tanta desgracia que es de quitarse el sombrero" en una de las etapas menos conocidas, años en los que "la subida de unos céntimos en el pan dejaba con hambruna prácticamente a toda la población"

'La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX: 1898-1923' es un libro "para el salmantino que quiere a su ciudad". editado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Así lo asegura su autor, Jesús Málaga Guerrero, para quien Salamanca es mucho más que su tierra de adopción, y como él mismo ha renonocido, "me tiene enamorado y casi obsesionado". Y de esa pasión, un libro de más de 800 páginas para "desentrañar" la historia de una ciudad hoy considerada "una de las bonitas de Europa", pero que también tuvo un pasado marcado por un cúmulo de desgracias y que a principios del siglo XX mostraba una estampa urbana irreconocible, "prácticamente era todo chabolismo, infravivienda, hambruna, enfermedades..., y donde la edad media de vida eran 40 años". Historia de Salamanca que no cabe en un solo tomo, y que tendrá continuidad en dos más, el segundo volumen y en el que ya trabaja su autor abarcará el periodo entre la dictatura de Primo de Rivera, la República y la Guerra Civil, hasta 1939; y, un tercero, sobre la larga dictadura de Franco y parte de la Transición Española. Dos años de trabajo, un riguroso estudio de investigación, para plasmar una historia que lleva al lector a adentrarse en la cotidiana en la Salamanca entre 1898 y la dictadura de Primo de Rivera de 1923.

En este viaje a finales del siglo XIX y principios del XX, ¿qué se ha encontrado?

Me he reconciliado con esta ciudad, y así lo dije en la presentación del libro, porque ha sabido en cien años dar totalmente la vuelta. Ahora es una de las ciudades más bonitas de Europa, pero en aquella época me he encontrado con una Salamanca horrorosa en la que prácticamente era todo chabolismo, infravivienda, hambruna, enfermedades... La edad media de vida eran 40 años. Hay cosas en este libro que con los ojos de ahora no se pueden comprender, como aquellos niños que casi se ahogan en el arroyo de Santo Domingo, que era un arroyo al que llegaban todas las inmundicias, o el caso de ese otro niño que lo traen sus padres desde San Pedro de Rozados porque le ha mordido un perro con rabia, lo llevan al Lazareto, en la zona de Arzobispo Fonseca, pero muere.

Hay datos que me han llamado mucho la atención. En una ciudad de 24.000 habitantes, a finales del siglo XIX principios del XX, había 1.700 pobres oficiales, de pedir con la mano. La subida de unos céntimos en el pan dejaba con hambruna prácticamente a toda la población. Y después había una pequeña burguesía, los grandes comerciantes, los hacendados de la tierra, los panaderos, los funcionarios altos de la universidad, y luego estaban los nobles, que tenían temporada de zarzuela y ópera. Es uno de los contrastes, una minoría exigua con muchísimo, y el resto, sin nada.

¿Cómo surge la idea de plasmar la vida cotidiana y la historia de Salamanca?

Esto surge tras escribir 'Desde el Balcón de la Plaza Mayor. Memorias de un Alcalde' (2015). Cuando comencé el primer mandato como alcalde en el año 1979, Enrique de Sena, director del diario El Adelanto, me recibió con un artículo que decía cien años, cien alcaldes. Después me di cuenta de que tenía razón. En este libro describo que prácticamente salíamos a alcalde por cada pocos meses, uno que duró unos días, otro un mes, otro que fue nombrado y no tomó posesión... era un poco de tortura porque la gente se moría de enfermedades como viruela, sarampión, rabia... La mortalidad infantil en el hospicio era del 53%, y el analfabetismo era superior al 50%. Falleció Enrique de Sena dejando inconcluso su trabajo y decidí retomarlo.

Intenté hacerlo todo en un libro, pero era imposible -solo el primer tomo tiene más de 800 páginas-. El siguiente periodo abarca desde la dictadura de Primo de Rivera, la República, y la Guerra Civil, hasta el 39. Y después, la larga dictadura de Franco y parte de la transición. Y si acabo este trabajo, quiero hacer un libro sobre la Salamanca negra, porque aquí ha habido unos crímenes horrorosos.

¿Qué es lo que que más le ha sorprendido al indagar y escribir sobre estos 26 años de historia que relata este primer volumen?

Me han sorprendido un par de cosas. Una de ellas es cómo una etapa tan importante de Salamanca no la conocíamos. Me he preguntado por qué se ha ocultado y he sacado dos conclusiones. Una, porque en esa época es Miguel de Unamuno rector, y es como una manta que lo tapaba todo y lo demás quedaba un poco ensombrecido. Y la segunda que considero es que los acontecimientos en el siglo XX fueron tan grandes, como las dos guerras mundiales, la revolución rusa, la guerra civil, aquí en Salamanca la llegada de Franco.... Fueron tantas cosas que quedó en penumbra. Es una etapa muy interesante y, sobre todo, la capacidad humana de los salmantinos logrando superar tanta desgracia que es de quitarse el sombrero. Personas como Dorado Montero, Primitivo Sánchez, Filiberto Villalobos, el Padre Cámara... y además la gente luchando para salir del pozo, y salimos.

Hay algo que también llama mucho la atención, y es cómo la gente en una situación tan desesperada iba a la iglesia. Había misas todos los días, sermones... no se puedo uno imaginar todos los tipos de misas que se daban, por ejemplo, la misa de postre, la que se decía para los mendigos y las personas que no podían ir a la misa mayor de las 12 horas.

Los ecos de sociedad de la época son de lo más interesantes, por ejemplo, cuando va el señor obispo a las veladas de las esclavas con las niñas bien de Salamanca, y hacen una representación de cómo Pelayo conquista España.

¿Ha dejado algo sin contar?

La provincia la he tocado tangencialmente, y hay historias curiosas, como por ejemplo en Fuenteliante para congratularse con el párroco acuerdan no bailar agarrados para no tener tentaciones. Luego hay otra cosa también muy bonita en Salamanca, y es que las mujeres son las que llevan la voz. Las manifestaciones de obreros, por ejemplo, primero las hacían las mujeres.

¿Para quién está especialmente escrito este libro?

Para el salmantino que quiere a su ciudad. En mi caso es la Salamanca de mis padres y mis abuelos.

Volviendo a la Salamanca de nuestros días, ¿con qué rincón se queda para volver?

Viví en la calle del Prado, e iba al colegio que estaba en la calle Soria, tenía un patio muy pequeño y salíamos al recreo al campo de San Francisco, la zona de las Úrsulas es mi zona preferida.

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