En Castilla y León esta situación afecta especialmente a las zonas más industriales, es decir, Valladolid, Palencia, Burgos o León
La Plataforma para la Defensa de la Sanidad Pública ha analizado los problemas de falta de calidad del aire especialmente en las grandes urbes y, aunque no son Madrid o Barcelona (las que más problemas de contaminación sufren), las capitales de Castilla y León no se escapan a esta realidad, en particular Valladolid, Burgos o León y las zonas más industriales.
Dos trabajos elaborados casi a la par por especialistas del Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid y por la Asociación Española de Pediatría constatan la relación entre contaminación y aumento de la patología respiratoria en los más pequeños. En Atención Primaria, los procesos que afectan a pulmones y bronquios acaparan el 12,37% de las consultas.
El incremento significativo entre los ingresos por asma, bronquitis y neumonía en la población pediátrica, atribuible a la tasa de contaminantes atmosféricos, «es algo que ya ha sido demostrado y que la OMS recoge en su informe sobre la calidad del aire en 2014. Encontramos varios estudios en esta misma línea, tanto en otros países, como en el nuestro», apunta el trabajo de la Plataforma. En los últimos estudios realizados en Madrid se demuestra que hasta un 8,37 % de los ingresos pediátricos podrían evitarse y un 8% de las consultas pediátricas si no se superasen los valores recomendados de contaminantes. Es la conclusión de ambas investigaciones, unos resultados exportables a entornos similares y más el segundo que abarca no solo la ciudad sino la comunidad madrileña.
Recoge asimismo el informe de la plataforma que, en un estudio realizado sobre 11.000 niños en edad escolar de diferentes áreas con valores diversos de contaminación ambiental, se estudió la función pulmonar de forma prospectiva y «se vio una disminución del crecimiento de la función pulmonar en aquellos que vivían en comunidades con concentraciones más altas de contaminación».
El informe destaca que la polución atmosférica tiene distintos efectos sobre la salud en diferentes niveles de gravedad. Desde simplemente molestias con las que se convive o, en menor medida, la contaminación atmosférica «puede provocar cambios fisiológicos de significación incierta y fisiopatológicos que afectan a un número menor de población, pero tienen una mayor gravedad». La morbilidad y la mortalidad inciden en poca densidad de población, pero son las consecuencias más peligrosas del aire sin calidad respirable.
Además, la alta contaminación puede producir una serie de daños que se van agravando con los años en los sujetos expuestos. «En el útero puede provocar una microcefalia en el embrión o un menor peso al nacer y cambios en el epigenoma que pueden causar cáncer posteriormente» y, en el recién nacido, la alta contaminación «puede producir problemas de desarrollo, mayor frecuencia de sibilancias y de tos». Además, en un niño ocasionará de forma común un desarrollo más lento de la función pulmonar; así como mayor incidencia de asma e inicio de aterosclerosis e, incluso, problemas en el desarrollo intelectual». Explica el trabajo que los menores respiran más aire en relación con su peso corporal que los adultos. Esto significa «que consumen más contaminantes, por lo que una mala calidad del aire les afecta más. La defensa del cuerpo y los sistemas pulmonares tampoco están completamente desarrollados todavía y, por otro lado, permanecen más a tiempo al aire libre lo que les expone más». Por lo tanto, los niños pequeños no pueden combatir fácilmente las enfermedades influenciadas por la contaminación del aire.
Al llegar a la edad adulta, el haber estado expuesto a una alta contaminación «puede desencadenar una disminución acelerada de la capacidad pulmonar, asma, una diabetes tipo 2, ataques al corazón y el comienzo de un cáncer pulmonar. También se ha señalado relación conotros tipos de cáncer como el de vejiga, de mama o la leucemia, enfermedades neurodegenerativas y alteraciones en la espermiogenesis (mala calidad del esperma)», repasa.
Además, en el caso de los más mayores al margen de afectar a su sistema respiratorio les influye directamente en su capacidad cognitiva, supone un alto riesgo de ataques al corazón e insuficiencias cardiacas; así como el cáncer de pulmón, dado que sus defensas en general son más débiles. Y, en ocasiones, además pueden no estar diagnosticados de una afección pulmonar o cardiaca. La OMS recuerda que la contaminación provoca el 43% de las muertes por enfermedad pulmonar destructiva crónica (EPOC), el 29% de los fallecimientos y enfermedades por cáncer de pulmón, el 25% de las muertes y cardiopatía isquémica, el 24% de los fallecimientos por ictus, y el 17% de las decesos y enfermedades por infecciones respiratorias agudas.
Cansancio, dolor de cabeza, mareos e irritación de algunas partes pueden ser síntomas de un espacio altamente contaminado y más acusados cuanto más tiempo se viva en una zona sin aire limpio.
Las partículas inhaladas tienen dos efectos: la disolución y entrada en el torrente sanguíneo y la inflamación pulmonar. «El primero penetrará en el Sistema Nervioso Autónomo, provocando o cambios en la resistencia vascular, causando una hipertensión en el afectado, o cambios en el ritmo cardiaco, que desencadenará un aumento en la frecuencia cardiaca y, por lo tanto, una arritmia».
Por otro lado, las partículas inhaladas que están en contacto con los pulmones provocan una inflamación pulmonar y una liberación de mediadores, donde se puede originar una coagulación sanguínea que puede formar una trombosis en los vasos coronarios, creando así una enfermedad isquémica del corazón.
Zonas de Castilla y León
Según el último informe de Ecologistas en Acción, correspondiente a los datos cerrados de 2017, «toda la población castellana y leonesa respira un aire perjudicial para la salud», de acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La comunidad presenta tres áreas con una «importante» falta de calidad atmosférica.
Una de ellas está situada al norte, en el entorno de las centrales térmicas de León y Palencia, caracterizada por las emisiones contaminantes de estas actividades industriales; otra al sur de las provincias de Ávila, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora, en la que la contaminación emitida desde la Comunidad de Madrid y el área industrial de Oporto se extiende en la forma de ozono troposférico, y otra en el centro de la comunidad, la aglomeración de Valladolid, con un importante tráfico metropolitano.