OPINIóN
Actualizado 03/01/2019
Antonio Costa Gómez

Nos colonizan y nos despersonalizan sin remedio. Dentro de poco solo habrá hamburguesas y palillos chinos en todo el planeta. Primero nos cambian el Día de los Muertos por el Hallowen previsible y aburrido. Después nos traen el Viernes Negro de las narices y tenemos que comprar un rinoceronte de aluminio porque tiene descuento aunque no nos interese nada.

Y luego viene la Navidad ferozmente comercial con su Santa Claus tiburón que te obliga a comprar y comprar y engrasar la maquinaria de producción y consumo. Y se apodera de todo y arrincona a los Reyes Magos. Ya son casi unos reyes vagabundos que piden atención por los rincones.

Tal vez se han perdido y no encuentran a Jesús y se emborrachan en alguna taberna del desierto para orientarse. La Estrella que les guiaba la ha comprado un tiburón de los negocios para sacarle rentabilidad como cartel publicitario, como decía el escritor Villiers de l´Isle Adam.

El Presidente Bestia habló con un niño de siete años y le dijo más o menos : pero aún crees en Santa Claus, mira que eres gilipollas. Bien, macarra, quítale al niño la imaginación, para qué la quiere. Háblale de balances y de rentabilidades y de prostitutas de lujo. ¿Para qué quiere visitantes mágicos en la noche?

Los Reyes Magos quedan como la soledad de Europa en un mundo capitalizado y globalizado. Son como el rey Lear de Shakespeare entre el viento y la lluvia, que se refugia en una cueva, al que solo acompaña su hija sincera que se negaba a adularlo. Les robaron su estrella y serán ellos los que pidan una limosna a los niños que por despiste sean niños en medio de este mundo consumista y bestia.

ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR

FOTO: CONSUELO DE ARCO
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