A JOSÉ LEDESMA, EN EL RECUERDO
La música fluye por los espacios invisibles de la tarde
y navega de una nube a otra y se refleja serena
como el discurrir sincopado de las horas y es vértice
y laberinto el paisaje de las piedras labradas y los arcos.
Y la ciudad, tan densa como siempre, tan pegada
a nosotros, es laberinto en el ir y venir de los paseos
de los jardines que recorremos sin ver todos los días
porque se hacen una parte más de nuestra historia.
El discurrir del tiempo entre los campos de la tierra
es nuestro recuerdo asido a la nostalgia por el tiempo
que se pierde prendido en la memoria que se retorna
ausencia, al ponerse el sol en esta meseta castellana.
Y los aires que soplan esta noche y todas las noches
entreabren las puertas de la memoria. Los recuerdos
se hacen tan intensos como persistente la lluvia en la ciudad
que deja vacías las calles, los parques y los árboles.
Y en le silencio, en el profundo cielo, está el eco de tu nombre
que ayer extrañé al sentir el mudo regurgitar de los silencios.
Me faltó aroma, el nítido espejo de tu mirada y tu palabra,
mientras un contra viento rozaba la noche y su misterio.