La plaza de San Román podría ser maravillosa, pero está cerrada por unas vallas metálicas. Y seguirá con ellas toda la eternidad. No acaban esa obra ¿no habrá dinero? Sin embargo hay dinero para iniciar montones de obras inútiles en muchos otros sitios. Los caminos de la Autoridad son inescrutables.
Tal vez el ayuntamiento quiere mortificarnos, quiere que hagamos ejercicios espirituales. Tal vez paternalmente nos indica la vanidad de todo, nos enseña la austeridad de lo eterno. Yo prefiero que la eternidad se identifique con el tiempo, como quería Unamuno.
Si una entra en el convento de Santa Clara y observa desde un mirador que hay arriba ve que las vallas solo ciñen un recuadro miserable con matorrales. ¿Tanto cuesta arrancarlos y poner un pavimento? ¿Solo hay dinero para remodelar plazas que no necesitan ninguna remodelación? ¿Solo hay dinero para ponerlo todo pijo?
Una vez estuve en Kamamura, en Japón, y había que dar una palmada para despertar a los dioses dormidos. Pero para levantar a los dioses dormidos de Salamanca ¿qué habrá que hacer? ¿Subirse a la catedral y lanzar cometas con música? Están dormidos para eso y en cambio en otros sitios tienen el baile de San Vito.
La plaza de San Román es "donde habite el olvido" pero sin la sugerencia del olvido. Con el olvido más miserable y aburrido. En ciertos sitios la Autoridad quiere matarnos de aburrimiento. O de desprecio a Salamanca. ¿Se merece Salamanca ese desprecio?
Reflexionad, mortales, en el aburrimiento metafísico, nos dicen. Pero temblad en otros sitios, porque no perdonaremos nada.
ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR