Antonio de Ronda.
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TOROS
Actualizado 12/12/2018
Fermín González

Las cenizas que ahora hace veinte años se esparcieron por la plaza de Ronda han vuelto a germinar, y recuerdan la figura de un torero de rango superior cuyo arte nadie se ha atrevido a negar

"Solo cuando el hombre haya superado a la muerte y lo imprevisible no exista morirá la Fiesta de Toros y se perderá en el reino de la utopía y el dios mitológico encarnado en el toro de lidia derramará vanamente su sangre en la alcantarilla de un lúgubre matadero de reses".(Jacques Cousteau)

Ha pasado ese tiempo en el que todo se va olvidando, todo se va diluyendo y apenas queda una brizna de memoria. A buen seguro que las cenizas que ahora hace veinte años se esparcieron por la plaza de Ronda han vuelto a germinar en nuevas y minúsculas partículas, y que las mismas flotaran majestuosas, al compás y al aire de arte que rezuman capotes y muletas.

Se cumplen esos años en cuales se dice "Que todo ha desaparecido para siempre" y "Poco o nada queda ya en la memoria". Servidor niega la mayor, y pregona que el Maestro Ordóñez no morirá nunca.

A quienes muy niños nos hicimos aficionados, hemos pasado un larguísimo capitulo de la historia del torero que nos tocó vivir. Han transcurrido más de cincuenta años, una época plagada de torería, pese a que muchos se quejaron de mediocridad.

Hay toreros vivos, y otros que nos han ido dejando, pero que no podemos olvidar como : Aparicio, Pedrés, Luis Miguel, Manolo González, Rafael Ortega, Manolo Vázquez, Miguelin, Viti, Romero, Paula, Camino, Cordobés, Palomo, Dámaso, Paquirri. Ruiz Miguel, Espartaco, Capea, Ojeda, Robles, Ponce, Joselito, entre un ciento más de ellos.

Pueden dar fe que, sobre todos ellos, reinó para unos en activo y para otros retirado, Antonio Ordóñez. Unos le quisieron y otros le odiaron, cada cual tendría sus razones, o como decía aquel compañero de cartel, "Cuando esta bien me alegro de verle, y cuando esta mal me alegro mucho más". Pero es bien cierto que ningún profesional en tauromaquia, ningún buen aficionado cabal y exigente, negó el rango superior de su arte. Todos los toreros antes citados, han tenido y tienen sus peculiaridades, sus distintas personalidades, condiciones originales y estilos con los que han acreditado torería. Pero Ordóñez llegó a tener casi todas las virtudes de estos, y además soberanía y majestuosidad. Alguno llego a decir que "Ordoñez no toreaba. Él, era el toreo".

No quisiera entrar en la antología de su historia torera, esta ya fue reconocida en el momento de su muerte por todas las plumas significativas de todos los medios. Ahora, tan solo la nostalgia del recuerdo, y cuando va viendo pasar la vida con vertiginosa velocidad, apela uno a los recuerdos más significativos y aquello sobre lo que se discutía en todos los foros taurinos.

Hace una veintena que se extinguió el orgullo de Ronda. Quizá fuera mejor así, al menos no has tenido que asistir a la deplorable función mediática, unida a la muerte prematura de Carmen y Belén, y a lo que se sumó ese lamentable espectáculo, mezclado en un laberinto de pasiones, odios y rencores.

Pero olvidemos la mediocridad repugnante. Hoy este humilde comentarista guardián del tiempo y la historia esta presente para recordar a un torero, a un Maestro. "Y juro que, este si lo fue".

Fermín González.

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