OPINIóN
Actualizado 11/12/2018
Marcelino García

El 10 de diciembre de 1948 se proclamaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Hoy, setenta años después, Amnistía Internacional sigue luchando por hacerlos efectivos.

Jesús Piñuela

Activista por los Derechos Humanos

La II Guerra Mundial supuso un cambio en la forma de afrontar los conflictos bélicos hasta el momento, pues por primera vez el objetivo principal de la guerra fueron civiles. Como resultado, hubo unos 50 millones de víctimas. Por ello, tras la conclusión de la guerra se creó las Naciones Unidas y, el 10 de diciembre de 1948, los países reunidos en la Asamblea General aprobaron la Declaración de los Derechos Humanos. Desgraciadamente, la historia posterior ha desmentido tan loable propósito.

A punto de cumplirse setenta años de la Declaración de Naciones Unidas, Amnistía Internacional nos recuerda en su último informe que los ataques contra los valores básicos que sustentan los derechos humanos ?que reconocen la dignidad y la igualdad de todas las personas? han adquirido proporciones enormes. La austeridad es una cuestión de orden mundial. En 2017 se aplicaron medidas de austeridad generalizadas en países de todas las regiones del mundo, limitando sobre todo los derechos económicos y sociales de las personas. Pensando en el futuro, algunos comentaristas predicen un "apocalipsis de austeridad" incluso a corto plazo. Un informe pronostica que, en los próximos tres años, la austeridad golpeará a más de dos tercios de los países del mundo, afectando a más de 6.000 millones de personas y destruyendo el 7% del producto interior bruto mundial. Se calcula que el coste humano se traduzca en la pérdida de empleo para millones de personas.

Esta situación está provocando conflictos, en los que, en numerosas ocasiones, intervienen potencias extranjeras con intereses en algunas zonas. Dichos conflictos, alimentados también por el comercio internacional de armas, siguen afectando de forma devastadora a la población civil, a menudo intencionadamente. Sea en la catástrofe humanitaria de Yemen, en Irak y Siria, o en los crímenes de derecho internacional que empujan a un ingente número de personas a salir de Sudán del Sur como refugiadas.

La crisis humanitaria y de refugiados que provoca la situación descrita ha hecho reaccionar a los líderes de los países ricos con una mezcla de evasión de responsabilidades y absoluta insensibilidad, considerando a las personas refugiadas no como seres humanos con derechos sino como problemas que hay que apartar. En Alemania, Austria, Francia y Países Bajos, algunos candidatos trataron de utilizar las inquietudes sociales y económicas para fomentar el miedo y la culpabilización contra las personas migrantes y refugiadas y las minorías religiosas.

Salil Shetty, Secretario General de Amnistía Internacional, destaca en el último informe de la Organización antes citado que "cuando comienza el año del 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, queda sobradamente claro que nadie puede dar por sentados sus derechos humanos. La batalla por los derechos humanos nunca se gana de forma definitiva en ningún lugar ni en ningún momento. Aun así, ante desafíos sin precedentes en todo el mundo, las personas han demostrado una y otra vez que su sed de justicia, dignidad e igualdad no se va a calmar".

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