OPINIóN
Actualizado 10/12/2018
Alfonso González

Los pronósticos se cumplieron. El general Franco fue uno de los militares golpistas que en julio de mil novecientos treinta y seis se sublevó contra la Segunda República. Al fracasar el pronunciamiento y convertirse en una guerra fratricida, fue elegido por sus compañeros como jefe militar del bando rebelde.

En el transcurso de la guerra las circunstanciales muertes de los generales José Sanjurjo y Emilio Mola y, por supuesto, la del líder falangista José Antonio Primo de Rivera, permitieron al Generalísimo ?albacea ideológico- alzarse con el poder en solitario.

Y cuando la unidad de mando de las fuerzas fascistas, tradicionalistas, conservadoras, y militares sublevadas reveló imprescindible la unidad política, Franco fundó un nuevo partido FET de las JONS, que agrupó a todas las fuerzas políticas de la España nacional y él se proclamó su líder.

Al finalizar la Guerra Civil instauró una dictadura militar durante treinta y seis años con la consiguiente represión de todos sus opositores. Militar nacionalista, religioso, anticomunista y antiparlamentario ?despreciaba a los políticos- supo agrupar y liderar a los conservadores, tan desprestigiados por su desastrosa actuación política anterior, durante casi cuarenta años. Aunque hay que tener presente que el auténtico sostén del general Franco fue la devoción del ejército, ya que en los momentos destemplados ?enfrentamientos de falangistas y carlistas en Begoña- actuó como moderador apagando llamas y borrando discordias.

Hombre sereno, tranquilo -su teoría era que el viento largo de la vida solucionase los problemas[2]-, impenetrable, nudoso y aferrado a las virtudes castrenses de disciplina, orden y mando. Tuvo una visión simplista de la Historia de España, que entendía como una lucha entre las tradiciones heredadas de un pasado glorioso y las fuerzas antiespañolas de una miserable confabulación judeomasónica.


[1] Que se refleja en su obra "Raza" escrita con el seudónimo "Jaime de Andrade", donde afirma que todos los males de España provienen de los políticos tradicionales.

"Paso de buey, vista de lince, mordisco de lobo y hacerse el bobo."

[3] La masonería fue una sociedad secreta que desde el siglo XVIII defendía la libertad, el racionalismo, los valores humanistas, el progreso científico, y el rechazo del catolicismo tradicionalista.

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