OPINIóN
Actualizado 06/12/2018
Víctor Hernández

Los romanos, siempre pendientes de conquistar nuevos territorios, fueron demasiado hostiles como para cultivar las artes y en especial la música. Ellos la conocieron a través de los etruscos, y de los escritos que se conservan podemos observar que, según Dionisio de Halicarnaso, Rómulo y Remo fueron educados en casa de Fáustulo y allí aprendieron música, y que los arcadios fueron los que llevaron la música instrumental desde Grecia hasta Italia, pero aún eran meras notas tocadas con la lira.

Hasta entonces en Italia solo se conocían instrumentos como las flautillas de los pastores y poco después ya se utilizaban esas syrinx (flauta pastoril), la trompeta etrusca, la lira, el tympanon (pandereta), los cymabala (platillos), crotala (sonajas) y el scabillum (sonajas para los pies). Esas últimas se utilizaban en las ceremonias de los sacrificios que se hacían a la diosa Cibeles y a Baco.

Durante la República ya se comenzaron a realizar obras teatrales con música que acompañaba a los textos. Eran unas danzas en forma de pantomima, acompañadas de la tibia (instrumento de viento), y el aulós griego, que pasó a ser también el instrumento por excelencia de este territorio. Fue Lucio el primero en inventar el término comedia en torno al año 510 a.C. Esta primitiva comedia consistía en recitar versos que serían acompañados por instrumentistas de los citados instrumentos, pero poco después se sumó también la cuerda, siendo así como la música se introdujo en los festines, hasta tal punto que todos los músicos de cualquier país podían acudir a Roma y establecerse allí, gozando de grandes privilegios. De todos ellos los músicos griegos fueron los que más fama obtuvieron y fue entonces cuando la música en Roma comenzó a brillar con esplendor.

Durante el periodo del Imperio, Augusto fue un personaje clave para el favorecimiento de la música, a pesar de no ser un gran aficionado a este arte, ejerció como censor al ordenar examinar las piezas de teatro y de música antes de que fueran ejecutadas en público, y a él se le atribuye la conducta de manifestar la satisfacción o el descontento del respetable a través de aplausos si gustaba o de silbidos si la función no terminaba de ser convincente.

Tras la muerte de Augusto llegó una gran decadencia para la música. Tiberio, desterró a los músicos y a los cómicos como consecuencia de un asesinato ocurrido en el teatro, pero tras él, Calígula llamó de nuevo a los músicos y cómicos y recuperó sus privilegios.

Con Nerón la música recobró todo su esplendor, de hecho él la cultivó al ejercer como profesor de música, pero su locura por la música y sus extravagancias llegaron a tal punto que los romanos comenzaron a aborrecerla.

Pero en general la música en Roma cumplió un importantísimo papel en su cultura, sobre todo en el ejército. En este momento ya se vislumbraban claras diferencias en cuanto a la música religiosa y la profana, lo cual serviría de herencia para las épocas venideras.

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