OPINIóN
Actualizado 27/11/2018

En España no habremos cerrado las heridas que dejó la Dictadura de Franco mientras la rehabilitación de los vencidos republicanos no sea completa y sus deudos sigan buscando sus cuerpos por las cunetas. Todavía muchos españoles piensan que no se puede remover el pasado, que es mejor la amnesia y el olvido, pero cómo dice el refrán, el pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla.

En realidad, para muchos de esos españoles que no quieren remover los desmanes y tropelías del franquismo, Franco no fue tan malo, sí fue un dictador, pero poquito, nada comparable con los demás dictadores europeos. Sin embargo, la idealización de ese pasado tenebroso y la ignorancia histórica de muchos españoles genera una cierta justificación de la Dictadura e incluso a la equiparación con el régimen republicano democrático.

El falso relato de que la guerra civil fue la consecuencia de las arbitrariedades de la República se mantiene hoy en día como dogma de fe para muchos españoles, y lo que es más grave, para una parte sustancial de la derecha política. Cuando se comenta que en España no existen grupos políticos de extrema derecha se olvida que alcaldes del PP se profesan franquistas, que líderes juveniles del PP llevan símbolos o hacen apología de aquél régimen antidemocrático y que muchos políticos del
PP se niegan a borrar de las calles de sus municipios los nombres de infames generales que lucharon contra la democracia republicana.

Esta actitud de la Derecha española contrasta con el exquisito respeto por el régimen democrático que tienen las Derechas europeas y su oposición al revisionismo histórico de la Extrema Derecha. Desde mi punto de vista, de ninguna manera es homologable una dictadura fascista con un régimen democrático, por muchos problemas que hubiera en aquella época. Justificar la Guerra Civil y la propia Dictadura de Franco por los errores del régimen republicano es algo completamente inaceptable y falso desde el punto de vista histórico. Lo que se pretende con esa revisión de la Historia de España es sencillamente justificar la Dictadura de Franco y sus desmanes.

Para mirar al futuro de España cara a cara es preciso antes reconciliarnos todos con nuestro pasado y eso pasa por aceptar criticamente las miserias de ese pasado y cerrar definitivamente las heridas a través del reconocimiento público de aquellos que fueron asesinados por sus ideas y enterrados en cunetas de las carreteras por parte de la Dictadura de Franco. Sus familias exigen esa reparación moral que no es una revancha sino enterrrar con dignidad a sus muertos de la misma manera que los asesinados nacionalistas recibieron honrosa sepultura tras la Guerra Civil.

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