En la vida no hay nada que mueva más las emociones que el arte. Existen otras cosas como el amor, o sale de nosotros, o llega a nosotros.
Con el arte nos pasa lo mismo que con el amor pero mucho más sutil, muchas veces estamos siendo espectadores de arte, en cualquiera de sus facetas, ya sea cine, escultura, literatura, pintura, danza y teatro, arquitectura o música, y de repente, algo se nos mueve por dentro. Solamente por el hecho de ver cómo algo ajeno nos parece tan cercano.
Ese sentimiento es el resultado de un trabajo bien hecho, si nos mueve es que el artífice algo ha hecho bien.
Es por eso que al arte se le pueden sacar múltiples aprovechamientos en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida, pero es esencial que desde la más temprana edad, los niños aprendan que es todo esto del arte.
Yo veo a diario como a los niños les envuelve la música en mis clases, y veo que la gente reacciona a las composiciones que hago desde lo más profundo de mi ser. Pero también veo que cuando acudo a ver un espectáculo siento una emoción especial, y creo que es por la importancia que, en mi entorno, se le dio al arte cuando yo era niño.
Por eso no dejéis pasar lo oportunidad: sentid el arte, llevadlo adentro y dejad que afloren las emociones. No hay nada que nos haga sentir más especiales aunque sea por una milésima de segundo.