El viernes pasado, durante el primer encuentro de colaboradores de este periódico, escuché una frase, una sencilla y unívoca frase, que me supo a gloria: en su breve discurso el director dijo que "? este periódico no es de derechas, ni de izquierdas, en él tienen cabida todas las tendencias políticas?". Algunos dirán que es una frase demasiado simple, que muchos directores de periódicos proclamarían, que no es para tanto. Pero a mí la frase me pareció bella en su sencillez y ética en su veracidad.
Es la diferencia entre escuchar algo que solo son palabras vacías, muy alejadas de lo real y algo que lo estás viviendo día a día, como es la libertad de pensamiento y el respeto mutuo, que vivimos en este periódico.
Pero el contraste entre esta experiencia de plural y respetuosa expresión y el clima general de nuestro país en la actualidad produce pena y cierta desazón. ¿Por qué un pequeño y a la vez gran proyecto realista y democrático no puede extenderse al conjunto de nuestro país? ¿Por qué sigue creciendo, en los medios, en la calle, en las televisiones privadas y públicas la intransigencia, el odio, los gritos y la falta de argumentación e ignorancia? Sin duda la respuesta es que los españoles aún no hemos vivido ni hemos sido formados suficientemente en los principios de la democracia. Hemos tenido demasiados líderes e instituciones hablando compulsivamente de "democracia", pero con prácticas continuas antidemocráticas. Lo sabemos por Psicología social: la masa elige (?) al líder y el líder moldea a la masa de la manera que le interesa. Cuanta menos cultura y formación política tenga la masa, más vulnerable es a las manipulaciones de los líderes y sus potentes medios de propaganda.
Hace unos días me comentaba un amigo madrileño que percibía un ambiente tan tenso en las calles, en las instituciones de la capital, que le entraban ganas de abandonar Madrid. Su juicio me pareció exagerado. Creo que en él estaba hablando su miedo al cambio, que siempre acecha en nuestras vidas en unas determinadas edades.
No nos acostumbramos a vivir rodeados de cambios y de diversidad permanente. Como si una parte primitiva que todos tenemos añorara aquella aldea, aquel pueblo, ¿aquel clan tan homogéneo?, en el que apenas había cambios y diversidades y que hemos idealizado como lo deseable: olvidando la pobreza que todo lo abarcaba y la desprotección ante tantos riesgos que conlleva la vida.
Por eso la frase del director "aquí caben todas las tendencias?" me supo a gloria.