Han asesinado los bancos de la Plaza Mayor. En ellos se sentaba la gente, pero no quieren gente en Salamanca. Solo quieren pijos que paguen mucho por sentarse en las cafeterías. Quieren la ciudad solo para los pijos.
¿Qué harán con los que no tienen dinero para pagar esos precios, pero desean sentarse a disfrutar de la plaza? ¿Los mandarán a todos a campos en las afueras? Pero a los escamoteadores les puede salir el tiro por la culata. La gente se sentará en el suelo. ¿Los van a detener a todos?
¿Cobrarán también entrada para acceder a la plaza? ¿Harán una ciudad solo para los ricos? Ya cobran un montón por entrar en los monumentos principales de la ciudad, centros de espíritu o de cultura. Parece que hay que rentabilizar el espíritu.
¿Qué daño les hacían unas seis personas sentadas tranquilamente en la plaza, mirando al Ayuntamiento? ¿O es que no quieren personas sentadas plácidamente, solo quieren vallas y boquetes por obras continuas? Hay que marear y marear y no dejar que nunca se disfrute la plaza completamente.
Sí, señores hay que pagar por todo. Y si usted no puede pagarlo se convierte en un desgraciado y un marginado. Un terrorista, qué sé yo. Tendremos que dar gracias porque nos dejen respirar. Niñatos fascistas dan palizas a los mendigos en los cajeros. Y los ayuntamientos echan a la gente sencilla de las plazas. La sencillez es terrorismo.
Cuando Unamuno hablaba de la intrahistoria ¿a qué creen que se refería? ¿Al segundo a segundo de un burócrata prepotente entre sus archivos? ¿O al descansar tranquilo de una persona sin molestar a nadie en la plaza?
ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR