Esta semana, en concreto el día 15, se celebra el Día Mundial Sin Alcohol y, la OMS justifica su conmemoración en evidencias como: el uso nocivo del alcohol es el factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos, en el grupo entre 20 a 39 años, un 25% de las defunciones son atribuibles al consumo de alcohol y, su consumo provoca muertes prematuras y discapacidad a una edad relativamente temprana. Son suficientes para reflexionar sobre el tema y, pensar en cambiar el hábito de consumo si es necesario.
La pregunta es ¿cuándo es necesario controlar el consumo?. La respuesta es sencilla cuando éste pasa a ser excesivo y crea dependencia y, por tanto, provoca disfunciones, problemas familiares y laborales y, algunas de las enfermedades asociadas a su consumo. Lo importante es reconocer cuando existe dependencia y, ésta se debe sospechar cuando hay fuerte deseo e impulso irresistible a consumir bebidas alcohólicas, dificultad para controlar el consumo ya sea al iniciar, al terminar o mantener su consumo, abandono de otras fuentes de satisfacción y placer de la vida diaria y, persistir en el consumo cuando uno es consciente que le perjudica comienzan los síntomas orgánicos de síndrome de abstinencia y tolerancia.
Todo esto se produce porque el alcohol es un toxico multiorgánico que afecta a diversos órganos y sistemas de nuestro organismo provocando enfermedades. Los más afectados de manera directa son el aparato digestivo, el hígado y el páncreas y el cerebro. De manera indirecta se afecta el sistema cardiovascular y musculoesquelético. También el consumo de alcohol se asocia a cáncer, en concreto a varios, hepático, páncreas, digestivos Estas enfermedades suelen aparecer después de algunos años de consumo excesivo de alcohol; pero antes de estos problemas sanitarios aparecen los problemas sociales como son las desavenencias, familiares, los incidentes en los estudios, los incidentes y accidentes laborales y de tráfico (1/3 se debe al alcohol), la agresividad y violencia de género y familiar y, la exclusión social.
Por tanto, se justifica el evitar y controlar su consumo y, esto debe comenzar en las familias donde no valen las palabras ni los consejos sino se acompañan con la consistencia y coherencia de los hábitos y el ejemplo de los padres y educadores. No se puede pedir no beber haciéndolo.
Ante esta realidad alcohólica la buena noticia es que posible evitar los efectos nocivos del alcohol y, lo más importante que es posible llevar una vida saludable y satisfactoria sin alcohol y, bebidas alcohólicas, basta con comer de manera prudente y equilibrada y realizar ejercicio según nuestros gustos y necesidades y, por supuesto, disfrutar de todo aquello que nos conviene y no nos perjudica como son los hábitos tóxicos, consumo de alcohol, tabaco y drogas, y las personas tóxicas. Es decir aquellas personas con las que compartimos vivencias y, que no solo no desean nuestro bienestar sino que se aprovechan de nuestras debilidades con o sin intención.
Las Instituciones y Gobiernos tienen también la responsabilidad de no promocionar su consumo ni directa ni indirectamente regulando la comercialización de las bebidas alcohólicas y, específicamente, la venta a los menores de edad, reducir la demanda mediante mecanismos tributarios y de fijación de precios; aumentar la sensibilización y, poner en práctica programas de cribado e intervenciones para disminuir el consumo peligroso y nocivo de bebidas alcohólicas. En este sentido y, con el objetivo de conocer la situación de Salamanca, el Colegio de Médicos de Salamanca va a establecer un Observatorio sobre el Consumo de alcohol en el que se tratará de conseguir la colaboración y participación de profesionales de los dos niveles asistenciales y de los servicios sociales.
En mi opinión refrendada por evidencias científicas, existe Vida Saludable Sin alcohol y bebidas alcohólicas y, con Calidad y Bienestar y, además, ésta supone un menor riesgo para la Salud y la Vida familiar y social.
JAMCA