OPINIóN
Actualizado 08/11/2018
Antonio Costa Gómez

¿POR QUÉ PARÍS ES AZUL?

Para muchos durante siglos París era azul. El azul era el símbolo de la fantasía, de la libertad y de la intensidad. El azul está próximo al negro, es antesala de la noche, que es magia, creatividad, soltura, secretos.

Rubén Darío, que amó París más que nadie, habló de un artista en una buhardilla que tenía un pájaro azul en la cabeza y amaba a su vecina de ojos azules y no quería llevar la contabilidad de la tienda de su padre en Normandía.

Chagall puso toques mágicos de azul en su hombre de dos caras, y en su ventana prodigiosa sobre la ciudad, y en la cara de su gato asombrado. Edward Hopper, cuando fue de joven a estudiar a París, pintó un puente azul oscuro, con figuras azules bailando encima, con el agua azul llevándolo todo.

En el Museo de la Orangerie están las Ninfeas de Monet, que son el canto a las glorias del azul, a las musicalidades del azul, a la inmensidad del azul que recibe a todos los otros colores. En el Museo de Arte Moderno de la Villa de París está la figura desnuda azul de Yves Klein. Klein inventó un Niza un azul loco, insensato, que se lo salta todo, que nos deja ofuscados o nos libera completamente, y trajo sus seres azules a París.

Monet pintó la estación de Saint Lazare con instantes azules. Paul Gauguin convirtió París en un vapor azul como una leyenda bretona antes de marcharse a Tahití. Pierre Alechinsky pintó un Árbol Azul en el Barrio Latino con un poema de Yves Bonnefoy que dice "Necesitas el árbol / en tu calle, / tus ojos serán más libres,/ tus manos más deseosas,/ al menos de noche".

ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR

FOTO: CONSUELO DE ARCO

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