OPINIóN
Actualizado 01/11/2018
Aída Acosta Alfonso

La vida es temporal y vulnerable, siempre acaba en la muerte. Para unos, los no creyentes, el final de su vida; para otros, los creyentes, un tránsito a otra forma de vida. Si usted duda, yo no puedo aclararle este asunto, me declaro ignorante y no puedo tomar partido.

Las religiones han instrumentalizado la muerte, desde muchos puntos de vita, proponiendo una moral que exige evitar determinadas conductas y ser un fiel cumplidor de otras. Al morir se hará justicia, con varios destinos posibles que ya conoce el lector. Además, sabiamente, los sacerdotes de casi todas las religiones han organizado siempre funerales y entierros, sabedores de que necesitamos creernos de verdad que los seres queridos han muerto y ser consolados. La muerte de un ser querido, efectivamente, es muy difícil de soportar, incluso para los creyentes. Por eso, incluso los no creyentes aceptan, casi siempre, esos ritos funerarios. Clarín lo explica muy bien en la regenta, describiendo como el segundo gran ateo de Vetusta (después de ver lo que el clero y la sociedad le había hecho a su amigo, también ateo, cuando murió), acepto confesarse con el Magistral y recibir un entierro digno. El eslogan más usado por el cristianismo, ha sido "acuérdate que eres polvo?"· Y la gran promesa: "resucitarás y, si eres bueno, irás al paraíso". Algunos antropólogos, no creyentes, han denominado a este uso de la muerte "la gran estafa".

Creencia en otra vida, estafa o consuelo, como el cura, San Manuel Bueno, en la novela de Unamuno, que habiendo dejado de creer, siguió simulando que creía, no por maldad, sino para mantener la esperanza de sus fieles como consuelo.

Pues bien, en la sociedad actual, estamos basculando hacia el otro extremo: se oculta la muerte en los hospitales y tanatorios, se diluye el rito y, sobre todo, se disimula el dolor con sedantes y gafas de sol. Versión anglosajona que suele ir acompañada de reconocimientos y aplausos al muerto (es el día de la alabanza por antonomasia). Bien lo refleja este chiste negro:

"Un hombre se está muriendo, pero huele a tarta de manzana horneada, lo que más le ha gustado en la vida. Se emociona al pensar que su mujer le ha querido hacer un último mimo antes de morir. Casi a la rastra, llega hasta e salón, donde encuentra una mesa llena de pasteles de manzana. No resiste la tentación y, cuando acerca la mano para coger uno, su mujer le da un golpecito en la espalda y le dice: Stop, los pasteles son para después"

La sociedad de mercado, que no pierde ocasión que pueda ser explotada, tiene ofertas de todo tipo, para que la familias no tengan que ocuparse de nada o casi nada, mientras ha sustituido el "acuérdate que eres polvo"? por "aprovecha el presente para consumir, vive el momento, no pienses en la muerte", etc.

Algunos filósofos recomiendan no negar la muerte y tener en cuenta la temporalidad de la vida. ¿Piensa usted en la muerte?, ¿Cómo se sitúa ante la temporalidad de la vida y la muerte? Espero no haberle incomodado con este tema.

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