Como ya es habitual desde hace varios años, la derecha política (aunque actualmente pueden denominarse "las derechas") española, agita a los ciudadanos para que saquen sus banderas a los balcones con motivo de la fiesta nacional de España, que se celebra el 12 de octubre desde la aprobación de la Ley 18/1987, de 7 de octubre.
En esta pugna últimamente compiten el PP, Ciudadanos y se ha unido recientemente Vox. Estas formaciones políticas intentan trasladar a la opinión pública que sólo los que portan la bandera "rojigualda", sólo los que piensa como ellos, son los más patriotas y los que aman a España; los demás, la odian o la rechazan. De ahí que compitan entre las 3 a ver quién porta el estandarte más grande y lo ondea más alto en las reuniones y manifestaciones.
La utilización -exclusivamente partidista- de los símbolos que nos identifican a todos los españoles (también a los que no comulgamos con las ideas conservadoras) resulta una forma vergonzante y carroñera de quienes no tienen otros recursos válidos para convencer al electorado de que son la mejor opción para dirigir los destinos de los ciudadanos de nuestro país. En este triste viaje a ninguna parte, compiten últimamente las tres formaciones conservadoras. Pablo Casado, líder del PP, sentía nostalgia del multitudinario acto del partido ultraderechista Vox, afirmando que había que intentar unir a estas "dos derechas", porque, decía, "en el fondo, las dos formaciones compartimos "los valores esenciales".
Con estas declaraciones parece que Pablo Casado está verificando uno a uno los puntos esbozados por Vox en su manifiesto político: supresión de las autonomías, derogación de la normativa que posibilita el matrimonio entre homosexuales, penalización del aborto consentido, bajada de impuestos al mínimo y, en cambio, elevada subida los salarios (no sé de dónde sacarán los fondos; para los que piensen que al suprimir las autonomías habría suficiente, mienten, porque se multiplicarían los delegados del Estado en los diferentes territorios que también percibirían elevados salarios y, a diferencia de hoy, deberían compartir el ideario del estado centralista todas las regiones), supresión de la ley de violencia de género, defensa los valores tradicionales del franquismo, sus estandartes y símbolos (algunos cantaban el himno de España con la letra de la dictadura en el acto de Vistalegre), la confesionalidad católica, el ataque a la libertad religiosa y los extranjeros y otras perlas difícilmente digeribles conforme a los principios y valores de un Estado Social y Democrático de Derecho. El líder de Vox, Santiago Abascal, ha dicho que "hay que expulsar a Echenique de España por ser un extranjero que ataca la democracia". Pablo Echenique nació en Argentina, aunque tiene la doble nacionalidad. No sé si todos los actuales votantes del PP estarán de acuerdo con la afirmación de Pablo Casado; confío en que no, por el bien de la democracia española y el de este partido.
Ser patriota, -lejos de llenar nuestras ventanas y calles con banderas rojigualdas, gritar viva España y viva el Rey-, es respetar escrupulosamente los derechos y libertades de todos, de solidarizarse con los problemas de los ciudadano, de luchar contra las desigualdades, la pobreza y la exclusión social. Ser patriota es respetar las ideas de los demás, admitir la libertad de expresión y no actuar penalmente contra quienes son críticos o ironizan con la iglesia, el ejército o la monarquía o comparten ideas nacionalistas o independentistas; porque, como decía Evelyn Beatriz Hall (escritora inglesa), aunque la cita se atribuya a Voltaire: "no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo". Ser patriota es convivir en los espacios vitales con personas de distintas formas de ser y de pensar, respetándose mutuamente y no enfrentándonos como hemos hecho a lo largo de nuestra historia.
Ser patriota es estar al lado de los voluntarios que limpiaron la costa da Morte del chapapote del Prestige o de los militares de la UME y la colaboración de los ciudadanos que están rescatando Sant Llorenç (Mallorca) de las gravísimas inundaciones de estos últimos días donde han perdido la vida ya 12 personas. Este es el patriotismo que me emociona y no el de meternos en guerras ilegales como hizo Aznar con España, junto a USA y Reino Unido, contra Iraq, a pesar de la oposición popular. Ser patriota es estar más cerca de las ideas de Francisco de Vitoria, Fray Luis de León, Miguel Servet, Abraham Zacut, Giner de los Ríos, Antonio Machado, Unamuno o Tomás y Valiente (que fueron perseguidos, algunos encarcelados y, en todo caso, cuestionados por la intransigencia del poder absoluto de la época), que de Torquemada, Millán Astray o Queipo de Llano, o lo que es lo mismo, es estar más cerca de la fuerza de la razón y del conocimiento que de la razón de la fuerza. Ser patriota es compartir con ciudadanos europeos, americanos, africanos, asiáticos u oceánicos, proyectos de cooperación y de progreso y no cerrar a cal y canto nuestras fronteras como quieren hacer algunos "patriotas de salón".
Todo eso es, para mí, ser patriota, pongamos o no la bandera rojigualda en nuestro balcón.