El concepto de patrimonio que hoy manejamos es enormemente más amplio del que estaba vigente cuando surgieron los primeros instrumentos de protección de los bienes culturales y hoy no podemos permanecer impasibles ante estos procesos de deterioro, sustitución y desaparición de nuestra arquitectura tradicional. Ya desde principios del s. XX comenzaron a considerarse las manifestaciones populares como parte integrante del patrimonio histórico y cultural, a través de las obras de Manuel Bartolomé Cossío, Vicente Lampérez y Romea, Leopoldo Torres Balbás o Fernando García Mercadal. Posteriormente Carlos Flores y Luis Martínez Feduchi dieron a conocer a través de sus obras la inmensa variedad y riqueza de nuestra arquitectura tradicional, abriendo un campo en el que numerosos investigadores han estudiado, documentado y difundido este valioso patrimonio