OPINIóN
Actualizado 08/10/2018
Enrique Viloria

A José María Muñoz Quirós

Picasso, Gris y Julio González fueron los primeros artistas españoles cuya obra disfruté en el París de mis veinte años. Posteriormente, ya más interesado en el arte hispano, fui conociendo la obra de otros artistas plásticos que concitaron mi interés: Lobo, Valdés, Miralles, Tapiès, Miró, Dalí, Gargallo, Guinovart, Toral, Cabellut, entre tantos otros., así como la de Barceló y, en especial, su monumental elefante, que, apoyado en su trompa, conmocionó a salmantinos y extranjeros, inverosímilmente apostado en el mero centro de la Plaza Mayor de todas las plazas mayores de España. En Salamanca, además aprendí a apreciar la obra de Carralero y la de ese generoso pintor llamado Miguel Elías.

A finales de los 90 del siglo pasado, me tocó colaborar con el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, redactando un libro en ocasión del 25 aniversario de ese emblemático museo venezolano, lo cual supuso largas conversaciones con la ya desaparecida Sofía, su fundadora y directora por largos años: mujer tenaz, conocedora de las artes plásticas y decidida a adquirir aquellas obras que eran de su interés. Ese fue el caso de Antonio López, finalmente, la amplia y selecta colección del museo, contó con una escultura del artista español, producto del empeño de su entonces directora.

A partir del interés de Sofía, me dedique a conocer más la obra de este creador español, nacido en Tomelloso (Ciudad Real), con estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1950-55), completando su formación posteriormente en Roma. Profesor en la Escuela de Bellas Artes entre 1965-69. Galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1985), el Premio Velázquez de Artes Plásticas (2006), el Premio Príncipe de Viana de la Cultura (2012), entre otras distinciones. Es además Doctor 'honoris causa' por la Universidad de Navarra.

Para nuestro regocijo, las obras denominadas "Carmen dormida" y "Carmen despierta" están expuestas en el patio del Colegio Arzobispo de Fonseca, formando parte de la exposición "Seducidos por la realidad", organizada por el Ayuntamiento de Salamanca con motivo del VIII Centenario de la Universidad. Estas dos grandes esculturas de corte realista, no escapan al lirismo de Antonio López: idénticas en su concepción, se diferencian sólo por los ojos y un mohín de labios, demostrando la maestría del artista.

Quizás, podríamos adueñarnos de un fragmento de este epigrama de Ernesto Cardenal, en el que advierte:

Cuídate, Claudia, cuando estés conmigo,
porque el gesto más leve cualquier palabra, un suspiro
de Claudia, el menor descuido,
tal vez un día lo examinen eruditos (?)
Claudia ya te lo aviso

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