Un gorrión puede ser más feliz que el más encumbrado de los hombres. Su discurso no cambia estratégicamente el sentido en su corazón. Aunque su canto parezca anodino y repetitivo, no lo es el fluido vital que lo alimenta. Siempre canta con entusiasmo, y vuela con gracia renovada sobre la perspectiva de un viento protector.
Manuel Lamas (del libro "La Potestad de la Palabra")