Asistimos a un rosario de noticias de conductas irracionales y violentas. Hombres que matan a sus esposas, padres que matan a sus hijos y hombres que se suicidan. Algunos de ellos hacen todas estas cosas, a la vez.
Los ciudadanos hacen manifestaciones, los políticos y funcionarios organizan una minimanifestación ante la puerta de las instituciones, la prensa repite y resalta estas noticias en telediarios y primeras páginas con informaciones morbosas. Los grupos feministas piden más dureza penal y más recursos económicos. Los jueces, policías y otros profesionales, estudian cómo valorar mejor el riesgo de que un hombre pueda llegar a cometer estas conductas.
Mientras tanto, todo parece indicar que no sabemos cómo detener este problema. Quien escribe esta columna, tampoco está seguro de lo que debemos hacer.
Pero tengo dudas sobre algunas cosas que se hacen y demandan. Veamos.
La forma de dar las noticias y su repetición tan constante y morbosa, ocupando las primeras noticias, hace más visible este problema y aumenta la conciencia social y las denuncias. Pero ¿qué efecto tienen en los hombres que fantasean y dudan si asesinan a sus parejas?, ¿Y en los que se suicidan?, ¿Y en los que descubren que el mayor daño a una madre es matar a sus hijos? Silenciar no es la solución, pero ¿estamos seguros que el tratamiento mediático de este tema es el mejor?
¿Este tratamiento da una visión realista de lo que pasa en España, en comparación con otros países? Una alumna mía, de un país que no voy a citar, me preguntó: ¿por qué en España matan a tantas mujeres? Mi respuesta fue, tenemos un problema internacional muy grave, que no conseguimos controlar, pero hay países como el tuyo que no cuentan las mujeres que son matadas por sus su pareja. Mal de muchos es consuelo de tontos, pero conocer los datos internacionales nos ayuda a no hacer críticas fáciles a determinados gobiernos, ni a pensar que con grandes presupuestos para este tema, estamos en el buen camino.
A quien está dispuesto a suicidarse o a pasar tantos años en prisión, no es fácil detenerle. Estudiar los factores que llevan a ciertos hombres a esta conducta irracional, para que puedan evaluarlos mejor los profesionales, un tema complejo y difícil, es uno de los caminos que no puede resolverse solo con investigación nacional e ideas tópicas de ciertos grupos sociales. Nuestra especie es capaz de amar y odiar, usar las manos para acariciar o matar, y a lo largo de la historia no son pocas las personas y los países que recurren al poder, la destrucción y hasta la autodestrucción en los conflictos que consideran no se resuelven a su favor. El sentido ancestral de propiedad de la mujer, "es mía", y de los hijos, "son míos", los sentimientos de abandono y humillación cuando la mujer decide separase, el fracaso del hombre conquistador y propietario están muy arraigados para aceptar la infidelidad, el peso del "qué dirán", "el honor", etc.
El festival visual de la violencia que nos ofrece esta sociedad de mercado no creo que sea una ayuda y el fracaso en la socialización de los hijos de tantas familias, etc., son otros temas importantes a tener en cuenta. El consumo de drogas y el alcohol es otro aspecto importante.
La raíz de la solución está en la familia, tan abandonada por todos los gobiernos y castigada por el mercado de trabajo; solo en ella es posible conseguir que los hombres y mujeres se socialicen bien, aprendiendo a amar, cuidar y resolver los conflictos sin violencia. La escuela, por otra parte, debería transmitir valores ético universales. Ambas instituciones tendrían que enseñar que cada vida es única, personal e inviolable, nunca pertenece a otra persona y es propietaria de su cuerpo, su intimidad y su sexualidad. Esta es nuestra tarea más apreciada, en versiones adaptadas según la edad, desde los tres años: (a) "Mi cuerpo, mi intimidad, mi sexualidad y mi vida es mía", y, por tanto, me haré respetar. (b) "Tu cuerpo, tu sexualidad, tu intimidad y tu vida es tuya", la respetaré.
En la familia y la escuela invertiría yo casi todos los recursos, aunque el tratamiento penal del tema y la rehabilitación de los agresores, también son necesarios.