Estamos asistiendo a un auge y aumento en la utilización de las terapias alternativas y complementarias (TAC), cuya mayor debilidad es no tener un cuerpo consistente de evidencias científicas y, su característica común es centrase en el enfermo y no en la enfermedad. Su objetivo es poner el epicentro y la prioridad terapéutica en mantener la Salud porque contemplan la enfermedad como una desviación de la Salud. Es decir, ven a la enfermedad como la usencia de Salud sin tener en cuenta los fenómenos fisiopatológicos y patogénicos que producen la enfermedad, se pretende la recuperación fomentando la autocuración mejorando la vitalidad con energía positiva que se ofrecen a través de homeopatía, la acupuntura y, otras. Por este motivo cuando se recurre a estas pseudoterapias los pacientes tienden al abandono de los tratamientos médicos convencionales y, su actitud es muy perjudicial para el pronóstico de su enfermedad, como ocurre en el cáncer cuando abandonan la quimioterapia.
En general, las TAC no han demostrado eficacia cuando se han sido sometidas a investigaciones rigurosas con estudios de casos y controles que analizan los resultados de los pacientes sometidos a TAC frente a los que utilizan un placebo, es decir, una sustancia inocua como el agua. Uno de las ventajas que se argumenta para su promoción es su seguridad. Es decir, que provocan menos efectos adversos que los tratamientos de la Medicina científica con sus tratamientos farmacológicos o con métodos invasivos diagnósticos y terapéuticos. La diferencia entre estos tratamientos y los utilizados en las TAC está precisamente ahí, la Medicina clásica valora los riesgos y trata de cumplir el aforismo hipocrático <<Ante todo No provocar daño>> y, por tanto, valora los beneficios en contraposición a los riesgos de efectos adversos. Pero en enfermedades graves hay que asumir los riesgos frente a la posibilidad de morir.
Los clientes de estas prácticas heterodoxas y no científicas las utilizan por muchas razones: por mayor nivel adquisitivo que permite acudir a la privada, por tener mayor información a través de internet y/o redes sociales, sobre las alternativas para tratar las crónicas y/o degenerativas, por mayor tendencia a cuestionarse los fundamentos científicos, por mayor preocupación por el mantenimiento de la Salud. También porque estas pseudoterapias son aplicadas por médicos en la privada y, se dan más en aquellos países donde tienen modelos mixtos, aunque nuestro país también se utilizan y tenemos un Sistema Nacional de la Salud financiado por impuestos; pero gratuito en su utilización y, puede haber gente, porque las hay para todo, que por ser gratuito no lo valoran el gran sistema sanitario que tenemos.
En mi opinión, en el momento actual, estas terapias alternativas están aumentando porque cada vez existe una mayor decepción con los tratamientos y la atención de los pacientes con enfermedades crónicas y neurodegenerativas como las demencias, las enfermedades reumáticas, cáncer, ansiedad, dolor crónico, cefaleas y migrañas, etc. Y porque existe la creencia de que son inocuas y eficaces. Dos aspectos que no se corresponden con la realidad y las evidencias científicas. Todas estas razones están creando un caldo de cultivo social y mental que fomenta su utilización cuando sólo se podrían justificar en contadísimos casos y, siempre como complemento y, sin abandonar los tratamientos convencionales.
Por último, es posible y probable que las TAC sigan aumentando en el mundo occidental porque cada vez se empieza a valorar más la necesidad de mantener la Salud y, por tanto, asumir la responsabilidad de su cuidado y su mantenimiento. Esto es positivo; pero no se equivoquen de camino, no existe otro que llevar un estilo de vida saludable y, en éste no se contempla, según las evidencias, el asumir riesgos innecesarios y, las TAC en general, lo son.
JAMCA