En vista de lo analizado, el pastoreo afronta su futuro en el mundo con ciertos elementos positivos. Es muy probable que los ingresos de los pastores extensivos que no dependen de piensos aumenten a corto o medio plazo. Al ya patente incremento en la demanda de carne y productos ganaderos procedente de los países en rápido desarrollo (BRICS) se suma el previsible aumento de los costes de producción de la ganadería intensiva, motivados por la subida del precio del petróleo a medida que las reservas de fácil acceso se agoten y por la competencia con la agricultura por las tierras de cultivo, dado el incremento sostenido de la población mundial. Los consumidores tienden a productos de calidad y a recuperar productos tradicionales a medida que se generaliza el mayor poder adquisitivo. A su vez, todo indica que la presión de los consumidores exigentes desencadenará una diversificación de los productos ofrecidos, lo que generará beneficios adicionales sin añadir una carga suplementaria a los recursos naturales. El reconocimiento cada vez mayor de los beneficios ambientales del pastoralismo es probable que cause un incremento de los pagos por servicios ambientales a corto plazo. Todo este escenario seguramente sea más favorable para la movilidad, pues si los gobiernos son más conscientes de los beneficios asociados es probable que se provean de servicios sociales a las comunidades pastoriles con más facilidad. En Asia ya se observan decisiones políticas encaminadas a recuperar el carácter común de las tierras y a favorecer la movilidad, mientras que en el Este de África son predecibles las intervenciones a corto o medio plazo para favorecer el tránsito fronterizo. En Europa, con una conciencia cada vez mayor de los perjuicios ambientales de la intensificación agrícola y ganadera, es de esperar que seamos pioneros en el pago de servicios ambientales y que se recuperen sistemas de explotación altamente extensivos que ya se creían desaparecidos para siempre.
Este escenario positivo debe ser reforzado con el tiempo mediante el mecanismo de retroalimentación que representa tener portavoces de las comunidades pastoriles cada vez más empoderados y más preparados para acudir a foros internacionales. El trabajo de las organizaciones internacionales está en estos momentos muy centrado en esta estrategia a largo plazo pero que debería dar resultados duraderos para asegurar la validez del modo de vida pastoril en un mundo sujeto a grandes cambios y donde la adaptabilidad es el valor más seguro.