La noticia surgió a primeros de septiembre, cuando se comunicaba que el Ministerio de Defensa paralizaba el contrato de exportación de 400 bombas de precisión láser, vendidas a Arabia Saudí por valor de 9.2 millones de euros, ante la posibilidad de que
Juan L. Hernández Mira
Activista por los Derechos Humanos
Amnistía Internacional, junto con FundiPau, Greenpeace y Oxfam Intermón, que llevan a cabo desde hace más de 10 años la campaña "Armas bajo control", han mantenido una reunión con la Secretaria de Estado de Comercio Xiana Méndez y se le ha solicitado el cese inmediato de venta de armas a Arabia Saudí (ventas que este año alcanzan un total de 270 millones de euros). Todo ello en vista de las graves violaciones del Derecho Internacional cometidas por las fuerzas gubernamentales de Yemen junto con las fuerzas de coalición lideradas por Arabia Saudí que participan en el conflicto bélico de este país. Del mismo modo también se ha pedido el "fin del secretismo" que rodea las exportaciones de armas de nuestro país. El Instituto Internacional de Investigaciones de la Paz de Estocolmo (SIPRI), en su reciente informe "Tendencia en las Transferencias Internacionales de Armas", correspondiente al pasado año, sitúa a España en la séptima posición de los países que más armas han vendido en el período 2013-2017, habiendo vendido un total del 2.9% del total de exportación de armas en el mundo.
Ante las claras sospechas de la utilización ilegal de algunas de las armas que España vende a Arabia Saudí, y teniendo en cuenta que una de las últimas acciones que han violado gravemente los derechos humanos de la población yemení fue el ataque aéreo que causó la muerte de al menos 29 menores el pasado 9 de agosto, las ONG mencionadas han reiterado su solicitud de que cese la venta de armamento a los saudíes.
Para hacer un breve resumen del surgimiento y desarrollo del conflicto en Yemen, podemos comenzar diciendo que la situación actual de este país es fruto de las esperanzadas y fracasadas Primaveras Árabes de 2011. El conflicto comienza al forzarse la dimisión del presidente Ali Abdullah Saleh y la consiguiente confrontación entre los partidarios del presidente dimitido y el nuevo gobierno presidido ahora por el anterior vicepresidente Abd Rabbu Heidi, apoyado éste por rebeldes tribales huties (mayoritariamente chiíes) y recibiendo también el respaldo de Irán (también mayoritariamente chiita). Para contrarrestar la creciente influencia iraní, surge la coalición liderada por Arabia Saudí (mayoritariamente sunnita) junto con Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Egipto, Jordania, Marruecos, Sudán, Senegal y también con el consiguiente apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Para más inri y para hacer que la situación sea más explosiva, el grupo islámico Al Qaeda de la Península Arábiga (AQPA) y también el Estado Islámico se han hecho con el control del territorio del sur del país. La implicación de todos estos países ha conducido a este conflicto que lleva más de tres años, y sin la menor apariencia de llegar a término por más que las Naciones Unidas (un fracaso más de la ONU) hayan pretendido llevar a negociaciones de paz que no han conseguido prosperar.
El conflicto surgido en marzo de 2015 presenta, como nos tiene acostumbrado todo conflicto bélico, terribles cifras como son los más de 4.6 millones de personas muertas (de las cuales más de 2 millones son niños y niñas), más de 8 millones de heridos y más de 18 millones de personas necesitadas de ayuda. La ONU ha hecho diversos llamamientos con peticiones de especial ayuda para esta catástrofe humanitaria que están sufriendo especialmente los civiles. Lyan Maalonf, directora adjunta de Investigación de la Oficina Regional de Amnistía Internacional en Beirut ha señalado que "desde los bombardeos indiscriminados sobre civiles y el reclutamiento de niños a los ataques aéreos ilegítimos y el uso reiterado de municiones de racimo, todas las facciones en Yemen han demostrado un desprecio deliberado hacia la vida de los civiles".
Por todo ello, es una gran noticia, según las informaciones que nos llegan después de la reunión mantenida con la Secretaria de Estado, el que se vaya a reconsiderar la venta de armas a Arabia Saudí. Hay que tener en cuenta que España entre 2014 y 2016 les ha vendido armamento por más de 900 millones de euros, siendo el tercer país que más armamento proporciona a los saudíes detrás de Estados Unidos y el Reino Unido. Les vendemos misiles, cohetes, munición, torpedos, sistemas de dirección de tiro, aviones de transporte y repuestos de equipos electrónicos. Amnistía Internacional y otras organizaciones no gubernamentales sospechan y les preocupan que este tipo de armamento pueda ser utilizado contra la población civil.
Si nos atenemos al Tratado Internacional del Comercio de Armas aprobado en la ONU el 24 de diciembre de 2014 y siendo además España uno de los primeros en ratificarlo, no puede en ningún caso comerciarse con armas con "países que puedan utilizarlas para cometer genocidios, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, infracciones graves de los convenios de Ginebra de 1949 sobre la protección de víctimas de los conflictos armados u otros crímenes de guerra".
Pues bien, por desgracia los civiles yemeníes están sufriendo las consecuencias de la venta ilícita de armas cuando éstas se están utilizando sin discriminación para masacrarlo, las cifras presentadas anteriormente lo evidencian. La hipocresía y el suculento beneficio económico obtenido en la venta de material bélico propician esta tremenda situación en la que se encuentran, en este caso, los civiles yemeníes. Las ONG han pedido a los grupos parlamentarios que se comprometan a poner fin a las exportaciones de armamento a países que como Arabia Saudí y también Israel, entre otros, en los que exista un riesgo constatado de que esas armas puedan ser utilizadas para llevar a cabo violaciones o abusos de los derechos humanos o crímenes de derecho internacional. La población civil no puede ser en ningún caso objetivo ni sufrir continua y asiduamente los eufemísticamente llamados "daños colaterales" en los numerosos conflictos bélicos actuales y que ya, desgraciadamente, es habitual que sean constantemente noticia de primera plana en los medios informativos.