OPINIóN
Actualizado 09/09/2018
José Antonio Mirón

Algunos parecen haber olvidado que el Sistema Sanitario español, nuestro Sistema Nacional de la Salud (SNS) desarrollado con el esfuerzo social de muchas generaciones ha constituido uno de los pilares básicos para nuestra recuperación socioeconómica y, que se ha convertido en uno de los mejores del mundo por su nivel científico y tecnológico y, por su impacto en la Salud Pública. Digo esto porque cada verano el SNS padece en cada Comunidad Autónoma y en cada área de Salud, en los hospitales y en primaria, lo que ya es un padecimiento crónico, la falta de recursos sanitarios para atender la excesiva demanda del mismo. Si este es real se debe a la falta de planificación y de previsión; pero como éste está determinado por el descanso vacacional de los profesionales sanitarios tiene un componente de falta de gestión y organización de los recursos. También no conviene olvidar que el populismo institucional ha institucionalizado la demanda innecesaria e incluso la no sanitaria, al confundir lo que le conviene con lo que conviene al buen ejercicio profesional.

La Salud de los ciudadanos es una responsabilidad social y el SNS constituye el pilar básico para conseguirla, por tanto, los gestores, los profesionales y los ciudadanos tienen que ver con su crisis y, con que cada vez exista más insatisfacción y más debilidades en el sistema. Los gestores deben tomar medidas competentes para reducir la demanda inadecuada y, el uso innecesario porque la mayor parte del gasto sanitario se produce en la microgestión. Es decir, en el proceso asistencial que conlleva realizar pruebas diagnósticas y en dar prestaciones sanitarias. A su vez, los ciudadanos tienen que ser conscientes de que deben gestionar su Salud desde la responsabilidad de llevar un estilo de vida saludable y, utilizar sólo los recursos cuando se necesitan para no hacer un abuso de los mismos, como ocurre en los servicios de urgencia.

Hoy el SNS tiene problemas de sostenibilidad y, no se puede seguir con el descontrol y el despilfarro de recursos porque lo importante es disponer de los mismos para afrontar los principales retos sanitarios como es el envejecimiento y la cronicidad y, la atención a los enfermos crónicos y pluripatológicos.

En dicha sostenibilidad existen tres elementos. En primer lugar, las Administraciones Autonómicas que deben ser competentes para incentivar la reducción de los costes sin disminuir la Calidad y la Seguridad del Paciente. También deben introducir alternativas asistenciales de menor coste, como unidades interdisciplinares para crónicos, hospitalización a domicilio, unidades de corta estancia, unidades de alta resolución, cirugías mayores ambulatorias, que hoy existen; pero con escaso desarrollo e impacto en los costes sanitarios. En segundo lugar, los profesionales sanitarios de los servicios asistenciales hospitalarios y equipos de atención primaria que deben implicarse en la gestión clínica de los mismos. Es decir, contribuir a la sostenibilidad sin dejarse llevar por los procesos de gestión inadecuados y, ser críticos con las dinámicas nocivas del sistema. En tercer lugar, todo el sistema tiene que poner en valor la Salud y, por tanto, orientarse a la Promoción de la Salud y a la Prevención de la enfermedad y, a mejorar los Autocuidados para reducir la demanda innecesaria y de aspectos triviales que se deben a la falta de Educación Sanitaria y para la Salud.

El Sistema Sanitario está en crisis y, si no se actúa dejará de ser uno de los mejores del mundo y, lo que es peor no podrá seguir garantizando y mejorando el Bienestar y la Calidad de Vida de los españoles.

JAMCA

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