Tenemos más libertad sexual, pero no ha dejado de aumentar la prostitución en las últimas décadas. ¿Qué podemos hacer?
Acabamos de asistir a otra rectificación del gobierno, en este caso sobre la prostitución. Enseguida ha salido El País defendiendo la última posición oficial del gobierno que se autodenomina feminista: no a la legalización. Un periódico que hace unos meses atacó de forma indecente a Sánchez y hoy, una vez llegado al poder, lo defiende contra viento y marea.
Finalmente el gobierno actual sigue manteniendo sobre la prostitución la misma posición que Franco: la prostitución no es legal, ni ilegal, para el gobierno no existe.
Ha adoptado una de las dos posiciones del movimiento feminista, dividido en este tema: no se puede legalizar esta actividad como un trabajo.
Lo grave no es adoptar esta posición, muy respetable, si hacemos un planteamiento ético en el que las relaciones sexuales deben ser consentidas, no compradas, porque quien vende su cuerpo lo hace, en muchos casos, por necesidades económicas. Pero, si se defiende esta postura, habría que ser consecuentes y afrontar el tema, no lavarse las manos, como Pilatos.
Este asunto es muy difícil de resolver, incluso puede que sea imposible encontrar una buena solución; pero hay dos tipos de países serios que lo están afrontando "manchándose las manos": Suecia adopta una posición persiguiendo la compraventa de actividad sexual, a quien vende y a quien compra. Holanda y algunos países más, otra posición contrapuesta, legalizando esta actividad.
Nuestro gobierno no es serio; cree que apoyar el criterio feminista más radical le dará mejores resultados electorales pero, como no está seguro de ello, acepta el planteamiento feministas más radical, pero sin ser consecuente con él.
Confieso a los lectores que este tema, como el del aborto, por ejemplo, tal vez no tenga una buena solución, pero no afrontarlo refleja la moralidad de nuestro gobierno, de éste y de todos los anteriores que, como el "nacional-catolicismo" de Franco se limitaron a no reconocerlo, como si no hubiera prostitución. La solución era la confesión del pecador y la pecadora, en el secreto del confesionario, comprendiendo la debilidad humana efecto, sin duda, del pecado original.
Me parece muy bien que este gobierno ponga los restos de Franco a descansar en otro lugar, porque aunque murió en.la cama con todos los honores, no es cosa de que nos siga gobernado después de muerto. Pero, ¿cuándo tendremos políticos que, en lugar de gobernar con cálculos electorales, priorizando mantenerse en el poder, sepan tomar decisiones afrontando los problemas? Ellos siempre hablan de democracia, pero no creen en ella, manipulando todo lo que pueden a la población. Tampoco las debilidades de la democracia, bien conocidas, sufridas y denunciadas ya por Sócrates, tienen buena solución, pero aquí nos tienen, a la mayoría de ciudadanos, aceptando esta forma de gobierno como un mal menor.
¿Cuál es el mal menor en el caso de la prostitución? Para el editorial del País no se puede aceptar la postura del mal menor, que es lo que defiende el gobierno actual, faltaría más.
Por mi parte, creo que es un tema muy grave de salud y de ética, pero no afrontarlo es una irresponsabilidad sanitaria, ética y social.