Para los habitantes de Alepo, antes de los derrumbes, sangre, hambre, desastre, en fin, la guerra, la belleza de la ciudad era en sí un hermanamiento y hasta se hizo popular un dicho: "salir de Alepo y estar fuera de ella durante un tiempo, son días que s
¡Lo que es la vida!, diría un clásico, quién les iba a decir a aquellos hermanos que llegaría un largo invierno de destrucción en el que paradójicamente salir de aquel reducto de paz y belleza sería el único camino hacia la supervivencia.
No queremos ahondar más, sólo es un testimonio diabólico del que debemos tomar nota para no viajar hacia la autodestrucción.
Comienza septiembre y de los recuerdos del verano nos quedan las coincidencias con amigos de esos otros "alepos" -ni mejores ni peores que el original- que hoy componen nuestra geografía y que señalan: "qué bonita Santiago", "qué gran ciudad Barcelona", "qué suerte vivir en Salamanca", "qué maravilla Sevilla", "como Madrid, ninguna", etc.
Ya sabemos que la explosión de Alepo tiene componentes muy especiales, pero no por ello debemos desmerecer explosiones más domésticas. Nadie debe ver similitud entre nuestro país y Siria, pero sí es preocupante que se utilice con tanta banalidad la palabra guerra: guerra de lazos, guerra de taxis, guerra de ?
"Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra", decía el eslogan de unos taxistas valencianos antes de dejar la asignatura para septiembre. Son palabras nada más, por supuesto, pero después, por mala uva, amanecen quemados una veintena de vehículos, y eso sí preocupa.
No obstante, ojalá los taxistas veteranos den con una solución negociada que les sea satisfactoria, pero para el joven taxista o para el futuro del querido sector del taxi esa solución me temo que será transitoria. Las culpas se la reparten el liberalismo salvaje, el abuso del acopio de materias primas y las nuevas tecnologías -un "todo" que a veces es lo mismo-, y esto es muy difícil de atajar.
Salvaríamos las nuevas tecnologías -el gran avance transversal que abre una nueva era- de ese "todo" si hubiera venido a favorecer a capital y trabajadores por igual, pero después de largos años de su implante, en innumerables sectores las grandes beneficiadas han sido las multinacionales y sus robots (en muchos casos, humanos explotados).
Amigos taxistas, como claros ejemplos, las nuevas tecnologías hundieron a los fotógrafos y arruinaron a las imprentas, que no pudieron salir a la calle ni entrar en las casas a dar martillazos a ordenadores e impresoras, y aunque vuestro sector tiene mejores perspectivas, tampoco el colapso de una ciudad creemos sea la solución.
¿Y qué me dicen de Catalunya? Allí por la irresponsabilidad de algunos políticos y un "quítame allá ese lazo" ya se ha llegado a las manos en no pocas ocasiones. Por favor, que no vaya a mayores.
En democracia todo puede tener solución dialogando y dentro de la Constitución, Carta Magna que nos une a todos y en la que, siempre que vengan amparadas por los votos, están recogidas hasta las reivindicaciones estructurales más atrevidas, además de ser un texto que se puede reformar. Pero ¡claro! no se puede llegar con un papel al señor Sánchez y pedirle que te lo apruebe y rápido. No es así.
Además, mayor prioridad tienen los problemas que afectan a la mayoría, como la recuperación de los derechos que dejaron al pairo durante la crisis a pensionistas y trabajadores, que ya se deberían ir revirtiendo. Y para qué hablar de toda la agenda para este otoño ...
En estos días alguien se ha referido a septiembre como el mes en el que se vuelve a la normalidad. ¿Realmente se vuelve a la normalidad? ¿No sería mejor que siguiéramos de vacaciones?
He escuchado muchas veces un dicho extremeño que dice: "a fulanito no le arriendo las ganancias". Ahora, a mi entender, fulanito es el señor Sánchez, y al señor Sánchez yo no le arriendo las ganancias. Esperemos que haya descansado.