Es un título raro para hablar de los aprendizajes del verano. Los que empujan son afortunados por el valor de la persona con la que viajan, y el aprendizaje que de ella reciben.
El que empuja y el empujado tienen cualidades diferentes, ninguno es superior al otro y uno puede tener dependencia física pero otro psíquica o afectiva.
En una familia o en un grupo de educadores y menores o en una tribu. Todos empujan y son empujados. Pueden existir diferentes tipos de diversidades funcionales, intelectuales, emocionales, etc. Todas ellas enriquecen siempre y cuando no se busque una supremacía.
Empecé el verano en Marruecos rehabilitando una escuela, dispensario médico, etc, con los chicos de Santiago Uno y mis hijas. Playa, pueblo y momentos entrañables de familia.
La suerte de un viaje a Sudáfrica con mis hijas y mi mujer, donde la magia negra, la vida salvaje desde un todoterreno, el apharteid del turista, la música y las danzas africanas, su artesanía. Todo te lleva al arcoíris y a la simpleza de la vieja Europa. El dilapidado mensaje de Mandela en su largo camino a la libertad con la reconciliación del Sikelele África. Se ve enturbiado por la mediocridad de los siguientes presidentes negros.
Es cierto que la minoría blanca sigue poseyendo la mayoría de la riqueza, pero matarlos y confiscar las tierras antes quemadas no será la solución. Debe haber una transición a una más justa repartición de la riqueza, con excelentes programas educativos que impliquen a todos.
Sus incluso manifestaciones violentas tienen ritmo y música, el sur de África es la cuna de la humanidad, con diamantes, oro, platino, manganeso y miles de minerales y tesoros naturales y sociales. No se puede seguir masacrando y explotando desde los cuatro privilegiados que dictan la vida. No es un problema de Dioses sino de endiosados magnates.
Se ve en los ojos, cuánto talento desperdiciado y cuánta felicidad ignorada.
Nada que ver con el portugués Bartolomé Díaz que llegó al cabo Tormentas hoy "cape good hope", en un barco sin GPS siguiendo las estrellas. Ahora vamos y venimos en dieciocho horas por Doha y seguimos igual de ignorantes.
Yo busco momentos de brillo en los ojos de mis hijas y a eso jugamos las cartas.
Este fin de semana ya de voluntariado en Santiago Uno, escucho los aprendizajes de los chicos en el proyecto de cooperación de Marruecos y en sus muchas proezas.
Intentamos aterrizar los sueños para programar el nuevo curso con esperanza e ilusiones compartidas. Nos hemos entrelazado, hemos recuperado con trabajos alguna asignatura pendiente, hemos montado a caballo y empezamos a mediar con familias para sacar los mejor que llevan dentro.
Es de padres, es de hijos, es de maestros, es de esposos, es de esposas, que nunca la soberbia, el orgullo, o la vergüenza, o el escándalo nos impida empujar la silla o dejarnos empujar.
La prioridad está en no abandonar y seguir disfrutando sintiéndonos afortunados.