Mi amigo, irlandés, Jack, me dijo que Salamanca sería perfecta si tuviese mar (El recuerda su niñez en Irlanda con su casa en la costa y sus ventanas al mar). Salamanca para él es "una Isla sin Mar". Yo de dije: -Cierra los ojos, sueña y verás que e
Mi amigo, irlandés, Jack, me dijo que Salamanca sería perfecta si tuviese mar (El recuerda su niñez en Irlanda con su casa en la costa y sus ventanas al mar). Salamanca para él es "una Isla sin Mar". Yo de dije: -Cierra los ojos, sueña y verás que esta ciudad es una isla rodeada de mares-
a Jack,
La ciudad es la isla, tras la ventana la mar.
Bitácora de un náufrago de la memoria.
Abrir la ventana es soñar con la mar,
la ciudad es una isla rodeada de sueños,
construida en las rocas, hacia arriba los valles,
hacia abajo las nieblas de torres y cúpulas.
La ciudad es abrazo de la acción de abrazar,
el azul infinito de cielos extensos,
si te miras en ellos verás flotar los sueños,
la vuelta de los barcos al puerto de los nácares.
La ciudad es un canto de areniscas doradas
en ella están los fósiles de tiempos antiguos,
de montañas y águilas y de peces dorados
que duermen en el tiempo pasado y los recuerdos.
Por la tarde las torres, las casas y las aves
bajan a los paseos de luces y de sombras,
se bañan en las playas y vuelan en las olas,
después el sol se extiende en un paisaje único
y las nubes ascienden para contar aquello
que supieron de siempre de atardeceres mágicos.
La ciudad tiene un mar, es barco y atalaya,
única y sin fronteras, compacta de planicies
que comienzan en ella y en ella terminan,
de horizontes extensos que no se pierden nunca .
El aire trasvasado por la fuga del agua
es errante destierro de nácares y sueños,
hincados en los valles y en espejos de luz,
en recorridos mudos de miradas intensas.
Esta noche soñaba con la mar,
mi ventana cerrada acunaba la duda
de una caracola de rumores y vientos.
Mi ciudad, paraíso, se hace puerta de sueños,
en medio de mi sueño, mi ciudad es la isla,
palacio de sal deshecho entre mis dedos.
el agua que la baña es la pasión que habita,
las estancias son a mi amanecer de niño.
Con la mano de sal sé que las estrellas
volverán del naufragio a las playas tranquilas
del día que amanece, mientras recobramos
la memoria y la brisa, la ventana y su mar.