COMARCA
Actualizado 29/08/2018

VILLASRUBIAS | El grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes' representó en la jornada del martes 'Teresa, la Jardinera de la Luz' por 230ª vez

En el altar mayor de la iglesia parroquial de Villasrubias tiene lugar una puesta en escena curiosa y atrayente. Bajo un techado algo más elevado que el del resto del templo, un grupo de monjas debaten enérgicamente con un padre que frente a ellas las increpa a su vez desde un púlpito en el que parece imponer su autoridad. Una gran cruz en el retablo central, ampara la escena, y de vez en cuando los acordes de un órgano renacentista se escapan cómplices envolviendo palabras y gestos que mantienen alerta a todos los presentes. Se está representando "Teresa, la jardinera de la luz", y Villasrubias avanza con el guión que va dibujando a Teresa de Jesús, como si fuera su propio dibujo, un cuadro que la Historia y las gentes han creado en ésta su localidad.

Son los componentes del grupo teatral 'Lazarillo de Tormes' los que han arribado a este lugar de la tan alejada comarca del Rebollar, para ofrecer una vez más esta historia que tanta aceptación está teniendo allá por donde pasa, y cuya calidad innegable, ha hecho que la Diputación la haya elegido como el proyecto indiscutible que da a conocer de forma tan cercana y clara, a una mujer un tanto alejada para la mayoría, Teresa de Jesús. Pero como cada vez que llegan a cada pueblo que por su obra se interesa, los personajes cobran vida propia y el siglo XVI absorbe a los que junto a ellos, forman parte cómplice de la vida que se desgrana en el altar de su iglesia. En esta tarde, y como colofón a las fiestas de su patrón san Ceferino, las tres arcadas de san Pedro Apóstol, sobrevuelan la entrada de los protagonistas de "Teresa, la jardinera de la luz".

Como siempre, y para cada pueblo, para todos los públicos que a ella se han acercado, y para cada uno de los espectadores, el montaje es único, irrepetible. La mujer que va apareciendo de mano de sus hermanas carmelitas, y que tan magníficamente define por contraste en su réplica el padre Inquisidor, se puede encontrar en cada rincón de Villasrubias, en cada color de su paisaje, en sus tradiciones, la alegría de sus fiestas o la peculiar forma de expresarse de sus gentes. Porque como cualquier persona querida, está presente para los suyos en cada momento de sus vidas, de su presente, y de lo que está por venir.

En las actrices de 'Lazarillo de Tormes', estos espectadores, escucharon a unas mujeres hablar de su maestra, dura y fuerte como las pizarras, granitos y robles que aparecen en sus paisajes por doquier, rodeadas de los colores amarillos y rojos de sus tierras como lo era la luz y pasión que emanaba de Teresa, porque en la fluidez de su relación con Dios, un caudal de agua que ella llamara oración, se puede entender la energía de las turbinas que gracias a los molinos y la pesquera que remansaba el agua del Río Frío, trajo la luz al pueblo y a otros colindantes. Cuentan también las gentes del lugar, que junto a las ya cerradas minas de estaño, había otras de oro. Nada raro, si se tiene en cuenta que el primero de los metales se utiliza como protector del segundo, igual que lo fuera la madre Teresa para todas las mujeres que la siguieron en su camino de enseñanzas y en las que encendió una luz de libertad y progreso, aunque fuera dentro de los muros de un convento, como una nueva forma de vida, lejos de un mundo más cerrado, más oscuro.

El desaparecido retablo de variados colores que albergaba a los dos patrones de Villasrubias, el de su iglesia, san Pedro, y el del pueblo, san Ceferino, dio paso en esta tarde de los últimos días de agosto, a otro no menos colorido, lleno de las palabras, poemas y hechos de una mujer del XVI, que hizo feliz la cotidianeidad de tantas hermanas que con ella convivieron, aprendieron y rezaron en un mundo que como el de cualquier época, estuvo lleno de luces y sombras, de amenazas y valentías, de razón y espíritu. Y como el documento escrito en piedra, pocos años después de la muerte de Teresa, que Villasrubias conserva milagrosamente en una lápida al lado de su iglesia, los escritos de nuestra santa nos han llegado como lo hicieran entre sus coetáneos, con su forma peculiar y espontánea de comunicarse, que al igual que el habla del rebollar que se conserva en este pueblo, no por tan peculiar y diferente, carece de valor y riqueza. Es admirable pues, la sencillez y naturalidad con la que 'Lazarillo de Tormes' ha conseguido transmitir en "Teresa, la jardinera de la luz" toda la altura intelectual, humana y teológica que esta admirable monja encierra. Y que como la Torre de las campanas de Villasrubias, albergó la alegría y comunicación de su sonido, donde antes, como lo hiciera la Inquisición, se ajusticiaba a la gente.

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