OPINIóN
Actualizado 27/08/2018
Mónica González Hidalgo / Mercedes Corredera

Cayó el telón de la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo y como en los veinte años anteriores ha sido todo un éxito. Al final de cada edición parece imposible superar los buenos resultados, pero llega la siguiente y se superan con creces; la de cada año es la mejor y la de éste no ha defraudado a nadie. Podemos decir con total seguridad que es ya la feria más importante de Castilla y León y la que tiene todas las posibilidades de llegar a encontrarse entre las mejores del país y traspasar nuestras fronteras. Tan brillantes resultados obedecen a la impecable gestión de su director, Manuel González, Manolo para los que tantas razones tenemos para quererlo como persona y encomiar su labor como profesional y defensor de la verdadera cultura.

Pero como siempre que se alza el telón de la feria es inevitable que las primeras palabras sean para Rosa María García Cano, su fundadora y primera directora, nuestra querida Rosa, aquella Rosa que un día de mayo de 2012 se deshojó para siempre y nos privó del perfume de su sencillez, de su educación, de su entrega, aquella Rosa de la que todos los que tuvimos la suerte de compartir con ella sus días en la tierra nos sentiremos siempre muy orgullosos, entre otras razones porque en su generosidad, sensibilidad y amor al teatro nos dejó como herencia una feria por la que Ciudad Rodrigo, todos los amantes del teatro y la verdadera cultura pueden estarle y le estarán eternamente agradecidos.

En nombre de todos y en mi propio nombre, gracias, Rosa, gracias, Manolo, y por el bien de todos, siempre adelante.

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