Sostiene Ernesto que es obligación de todos los españoles hacer frente al golpismo de los nazi-onanistas catalanes que quieren destruir España, y desmontar con la palabra sus muchas mentiras y manipulaciones que han buscado, y buscan, poner a la sociedad catalana en contra del resto de españoles. Haciéndonos eco de esta llamada vamos a fijarnos en cinco de los embustes e inventos que soportan el mensaje de estos pseudo-patriotas: ¡España nos roba! ¡En España no hay democracia! ¡Cataluña históricamente ha sido un reino! ¡En España no hay libertad! ¡Los catalanes somos una raza superior al resto de españoles!
Que los nazi-onanistas se atrevan a vocear que ¡España nos roba! suena sarcástico, cuando no ofensivo, en boca de los ciudadanos de una de las diecisiete comunidades españolas más ricas y con mayor renta per cápita. Mas? ¿de dónde ha salido esta riqueza? Indudablemente de los empresarios y trabajadores catalanes, pero no sólo de ellos.
Durante siglos las empresas y fábricas catalanas ha sido favorecidas por todos los gobiernos españoles (incluidos los de la dictadura franquista), facilitando la instalación en aquellas tierras a las industrias nacionales y extranjeras, y dictando políticas proteccionistas de índole arancelario que gravaban los productos importados (ejemplo los paños y tejidos ingleses) que también se fabricaban en Cataluña, para defender la industria y el comercio catalanes de una competencia que hubiera acabado arruinándolos, porque todos sabemos que los paños y tejidos ingleses eran mejores, aunque resultaban mucho más caros por las tasas proteccionistas.
Gobiernos que con estas prácticas convirtieron al resto de España en un territorio tercermundista, unas colonias catalanas, económicamente hablando, donde obtener mano de obra barata, las materias primas que demandaba su industria y un mercado con millones de consumidores atados de pies y manos a la vuelta de la esquina, donde vender sus productos sin competencia.
Mención aparte merecen esos muchos cientos de miles de emigrantes de otras comunidades autónomas más desfavorecidas (y que se quejan infinitamente menos) que con su esfuerzo y sacrificio han servido de mano de obra en las fábricas y talleres catalanes y contribuido a su riqueza.