OPINIóN
Actualizado 22/08/2018
Santiago Bayón Vera

Fenómenos regionales

A consecuencia de las sucesivas crisis alimentarias, la constitución de organismos regionales en África ha resultado muy influida por el pastoreo. La mayor homogeneidad de los grupos pastoriles del oeste de África, con los fulani y tuareg ocupando áreas contiguas de varios países, es probablemente un factor clave para que estos procesos hayan tenido más importancia en esa región. Así, la agenda de organizaciones como ECOWAS/CEDEAO o la Autoridad Liptako‐Gourma tiene a menudo a los pastores en su centro de mira y ha ayudado a aliviar situaciones de hambruna como la de Níger en 2009 mediante la apertura de fronteras con Nigeria (Réseau Billital Maarobe, 2010). Situaciones similares han estimulado acciones como la política marco para pastores de la Unión Africana en 2010 (Schlee 2010). Todo parece indicar que las organizaciones regionales del Este de África tomarán ejemplo, pese a la mayor complejidad de las relaciones étnicas y de la situación política de cruce de fronteras en esa región. Los mercados de Oriente Medio, que en gran parte ya consumen masivamente productos pastoriles del Este de África, deberían resultar ser un estímulo decisivo para la integración regional.

El mayor tamaño de los países asiáticos y la concentración de pastores en China y en la India explica la menor importancia de los fenómenos regionales relativos al pastoreo. Es de esperar que en América del Sur ganen importancia en los próximos años, sobre todo en las áreas del Altiplano, el Chaco y la Cordillera andina.

Tendencias de mercado

Cuando se analiza la evolución de la importancia de los mercados pastoriles, se observa una curva de depreciación y apreciación de los productos pastoriles. Hay una primera fase de pérdida de importancia a medida que los países se desarrollan y la intensificación avanza, hasta alcanzar niveles críticos que pueden implicar situaciones de no retorno de pérdida de cultura pastoril. Sin embargo, un desarrollo mayor implica un Incremento del consumo de carne que puede incrementar los ingresos de los pastores. En una fase posterior, sólo alcanzada por las economías más desarrolladas, los consumidores derivan sus preferencias masivamente hacia productos de calidad y que ponen en valor características añadidas, como los valores culturales o ambientales, estimulando la diversificación y la recuperación de productos tradicionales. En este escenario, los productos pastoriles (LPP et al 2011) resultan más competitivos que los de sistemas de producción en masa típicos de la ganadería intensiva.

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