En un mundo como el actual, inculto y complejo, lleno de ruido y con muy poco criterio, las redes sociales crean mucha confusión, porque no siempre el receptor filtra adecuadamente. La prensa rigurosa está siendo sofocada, y suplantada por un montón de
Ese rigor que se le exige al periodista, y que él se exige a sí mismo pierde la batalla frente al populismo, a la demagogia barata, a la noticia sin confirmar, y al sensacionalismo fácil de las redes. Este es un territorio muy peligroso. Al final, la gente se está comportando, y está votando, pensando más según lo que le ofrece la red social populista, desordenada e irresponsable, que según lo que puede leer en un medio más riguroso y contrastado.
La información veraz ha sido sustituida por el ruido que produce algo efímero como son los rumores. Por lo que es fácil sembrar odio hacia los demás o hacia ciertas causas. Basta con culpabilizar a las personas o la sociedad de sus propios fracasos. Cuando anular a una persona, aumentas su amargura, y resentimiento. Lo conviertes en un ser inepto, y atormentado, carente de sentido. Las vidas sin sentido son desdichadas. La persona anulada se enfada y se vuelve agresiva.
El despotismo de los débiles es mucho más peligroso, que el despotismo de los fuertes. Nuestra cultura está siendo tomada por personas con fuertes trastornos de personalidad. Al mundo parece que le sobran niños y le falta seres adultos. Quién no lee, recapacita y estudia está limitando su entorno y sus circunstancias. Como decía Unamuno: "La verdad Lázaro, es acaso algo terrible, algo intolerable, algo mortal, la gente sencilla no podría vivir con ella".