El Sol rompe el crepúsculo
y alcanza la arboleda:
su resplandor penetra,
y cubre las cimas
más altas de la tierra;
y de los árboles gigantes
su copa calienta,
con su fuerza enérgica.
Sus potentes rayos,
son tan fascinantes
que traen calor a raudales.
Los pájaros ya despiertos,
en bandadas se levantan,
y en los árboles se paran;
ocupando ya el espacio
en los huecos de las ramas.
Bella sierra y montaña,
eres accidentada y rizada;
con carreteras onduladas.
Pintoresca, por el color
de tu frondosa arboleda...
que sostiene la corriente
que fluye por tus valles;
tu belleza es paradisíaca
El otoño portentoso
y luminoso, ha cambiado
el color a la arboleda:
ya es otro el paisaje,
es de otra manera.
Cual vestida de ocres,
en cálida belleza
la vista nos alegra...
Mas, avanzando el otoño,
la arboleda, pierde sus hojas
y pausadamente se despoja,
de su cubierta luminosa;
cayendo paulatinamente
y perdiendo sus doradas hojas,
difuminando el color
portentoso de su copa.
Llega el invierno;
la arboleda, parece
quedar muerta...,
en desnudez completa
mas la nieve vendrá,
y les arropará,
del aire gélido y glacial,
como aislante les protegerá.
El hielo aparecerá,
y con su escarcha;
a la nieve apretará.
y belleza les traerá.
La arboleda, despojada
y en desnudez completa;
dormida y quieta, quedará:
pero con su savia
¡ha de despertar! "en primavera".